El Templo Dorado de Amritsar y el cierre de la frontera con Pakistán en Attari

A las cuatro de la mañana, llamaron puntualmente a la puerta los del servicio de habitaciones para traernos un desayuno preparado especialmente para nosotras. A las seis salía nuestro vuelo a Amritsar, donde íbamos a pasar una noche para volver a Delhi, así que dejamos las maletas en el hotel y preparamos una mochila para esos dos días de viaje.

Amritsar está en el estado de Punjab y fue fundada en 1577 por el cuarto gurú Ram Das. Es una población famosa sobre todo por albergar el Templo Dorado, que viene a ser como una meca del sijismo. Así pues, es un templo muy visitado y cuenta con unas infraestructuras increíbles.

Templo Dorado Amritsar, India
El taxi nos dejó en la misma puerta del templo, por donde entraban y salían cientos de personas. Para entrar hay que descalzarse y pasar previamente por un lavapiés. No se puede entrar el calzado dentro del templo, así que hay diversos guardazapatos gratuitos en las entradas principales.

Lo malo de lavarse los pies fue que hacía mucho frío y tener que ir con los pies mojados y descalzos durante toda la estancia en el templo no es muy agradable. A pesar de todo, hicimos un acto de fe viajera y seguimos adelante.

Templo Dorado Amritsar, India

El Templo Dorado está rodeado por un edificio blanco impoluto y se levanta en el centro de un estanque en el que los fieles se purifican. El templo está abierto 24 horas y en todo el recinto se pueden escuchar los cánticos de los sacerdotes a través de los altavoces.

Fuimos caminando poco a poco por encima de la alfombra que habían colocado sobre el mármol para no padecer tanto frío en los pies. De vez en cuando, se nos acercaba alguna familia para hacerse una foto con nosotras, ya que éramos las únicas extranjeras en todo el templo, y entonces sí que se nos helaban los pies, porque como querían hacerse la foto lo más cerca del templo posible, había que salir de la alfombra (!).

Templo Dorado Amritsar, India

Hay una pasarela de mármol que conduce al interior del templo, llamada el puente de los gurús. Había bastante gente y solo dejaban entrar por turnos. Cuando finalmente entramos, vimos a tres sacerdotes orando y gente amontonada en el suelo rezando y lanzando monedas a la zona donde estaban los sacerdotes. Subimos a la planta superior y desde allí pudimos contemplar una perspectiva aérea de la zona.

Acabamos de dar la vuelta al recinto y decimos salir a buscar alojamiento y desayunar alguna cosa porque estábamos muertas de hambre. Al ser un lugar de peregrinación, dentro de las instalaciones del templo hay albergues donde dormir. Hay varios, pero a nosotras nos enviaron al Sri Guru Ram Das Niwas, donde tienen unas estancias especiales para extranjeros.

Alojamiento Templo Dorado Amritsar, India

Nos enseñaron una habitación que tenía tres camas y en una de ellas había un coreano un tanto traspuesto. Dentro de la habitación había una especie de alacenas para dejar el equipaje que se pueden cerrar con candado si se dispone de uno. Nosotras no teníamos porque nos habían confiscado la cadena y el candado en el aeropuerto de Jodhpur, así que mientras Sonia vigilaba las cosas, salí a ver si encontraba un sitio donde comprar un candado para cerrar una de las taquillas de la habitación. Por suerte, encontré cerca una tienda donde vendían, aunque es recomendable llevar uno propio.

Una vez aligeradas de peso, salimos a desayunar. Dentro del templo sirven comidas gratuitamente, pero preferimos ir en busca de un restaurante. Después de mucho buscar, acabamos entrando en el Tasty Bite, que era un bar un poco cutre, pero de lo poco que encontramos abierto. Pedimos un montón de comida que devoramos rápidamente y la verdad es que estaba todo muy bueno.

Templo Dorado Amritsar, India
Tras la comilona, salimos a pasear un poco por la ciudad. A unos 10 minutos andando se encuentra el Jallianwala Bagh, un parque donde se alza un monumento fálico conmemorativo en recuerdo de los fallecidos durante las represiones británicas de 1919. Había mucha gente estirada en el césped, mujeres incluidas, y con el solecito que hacía y el agotamiento que llevábamos, decidimos estirarnos también un rato a descansar.

Amritsar, India

Yo no sé qué pasó, ni qué hicimos nosotras, pero al rato, la gente empezó a desaparecer de nuestro lado mientras un grupo de hombres no paraba de hacer algarabía en hindi. Resultó que el grupo de hombres nos estaban soltando guarrerías indias y, como no entendíamos nada y no nos íbamos, ellos se animaban cada vez más. Se ve que la cosa llegó a tal punto, que otro chico que estaba en el parque se levantó y nos pidió si nos podíamos ir (muy amablemente), porque temía que la cosa se pusiera más chunga. Así que recogimos los bártulos y nos fuimos con viento fresco, pero un poco disgustadas, la verdad.

En las inmediaciones del Templo Dorado y durante toda la mañana hay decenas de conductores que te ofrecen la excursión para ir a Attari, un pueblo fronterizo con Pakistán donde cada atardecer se celebra la festiva ceremonia del cierre de la frontera. Había leído en algún blog, que era un espectáculo digno de ver, así que acordamos con un chófer que nos llevará allí junto con otro grupo por 95 rupias. Salimos de Amritsar a las 14.45h en un todoterreno acompañadas por otras diez personas. Estuvimos como en una lata de sardinas durante la hora que duró el trayecto.

Cierre frontera, Amritsar

El coche nos dejó a un kilómetro de la frontera y, nada más bajar del vehículo, nos rodearon unos niños con banderitas de la India y se nos acercaron unos conductores de ciclo rickshaws para ofrecernos sus servicios. Al final, acabamos cada una con una banderita y montadas en el ciclo rickshaw en dirección a la frontera.

Cuando llegamos allí, la verja de acceso estaba cerrada y la gente se acumulaba alrededor ansiosa por entrar. Finalmente, abrieron una pequeña puerta y todo el mundo se precipitó para entrar, de tal manera que a mí casi me aplastan contra una de las paredes e incluso llegué a temer por mi vida. Menuda muerte más estúpida hubiera sido esa. Cuando finalmente conseguimos pasar la puerta de una sola pieza, todo el mundo empezó a correr para ser los primeros en llegar al control de seguridad y nosotras, arrastradas por la locura colectiva, también nos pusimos a correr. Hay dos controles de seguridad: uno para mujeres y otro para hombres. El control es militar y es muy estricto, no se puede entrar nada aparte de la cámara de fotos y el pasaporte. Los bolsos no están permitidos y hubo un momento en el que sufrí por si no me dejaban pasar la funda de la cámara, pero por suerte no me dijeron nada.

Los extranjeros tienen acceso a la grada VIP enseñando el pasaporte. La grada VIP es la que está más cercana a la frontera. Aparte de esta grada, hay también una para hombres y otra para mujeres. Y allí nos sentamos a que empezara el espectáculo. Al otro lado de la verja estaban las gradas de Pakistán, en las que vimos bastante menos gente y muy pocas mujeres. Mientras las mujeres en Pakistán estaban sentadas tranquilamente, en la India se dedicaban a bailar y correr por turnos con la bandera.


Cuando las gradas indias estuvieron llenas hasta la bandera, salió un hombre vestido con un chándal al estilo Freddy Mercury y con un micrófono en mano que se dedicó a animar la fiesta. Fue entonces cuando dio inicio el espectáculo más marciano al que he asistido en mi vida. Consistía básicamente en que un grupo de militares vestidos de gala rompían la formación uno a uno, salían corriendo hasta la verja de la frontera con Pakistán, realizaban unos movimientos desafiantes al más puro estilo Chiquito de la Calzada y volvían a la formación. Así durante dos largas horas.

Tengo que admitir que la primera media hora me lo pasé genial, ya que estaba contagiada por la euforia popular, pero poco a poco esa euforia se fue desvaneciendo para acabar convirtiéndose en tedio. Cuando finalmente el sol estaba a punto de ponerse, abrieron las dos verjas, pakistaneses e indios se dieron la mano y procedieron a bajar las banderas en un momento muy solemne.

Cuando acabó todo, volvimos al coche para volver a Amritsar. El trayecto se hizo eterno por la incomodidad de estar cuatro personas en el espacio de tres durante una hora. Una vez en el templo, decidimos buscar un rickshaw para ir al restaurante Crystal, que es el mejor restaurante de la ciudad, y así darnos un homenaje.

Cierre frontera Pakistan, India

El restaurante Crystal (atención porque hay dos, el bueno es que pone “Only at Ground Floor”), es el restaurante donde va la gente pudiente de Amritsar a comer o cenar. Nosotras fuimos por recomendación de Enric y Marta, grandes viajeros y gourmets. Y fue una recomendación muy acertada, porque allí disfrutamos de una de las mejores cenas de todo el viaje.

Con la barriga llena, volvimos al templo para verlo iluminado de noche. En Amritsar vale la pena visitar el templo a diversas horas del día, porque no cierra nunca y la actividad no cesa a ninguna hora.

Cierre frontera Pakistan, India

En el alojamiento ya estaba casi todo el mundo durmiendo. En el patio interior había más de cien personas durmiendo en unas esterillas en el suelo y tapadas con mantas. Eran los peregrinos con menos recursos y que no se podían permitir el precio de una habitación. En los baños, que por cierto estaban impolutos, había algunas personas preparándose para ir a dormir.

Era bastante tarde y casi no habíamos dormido esa noche, así que cuando nos metimos en la cama, no importó que fuera una tabla de madera, ni que se oyeran todo el rato los cánticos de los sacerdotes o que hiciera bastante frío, porque en cuestión de segundos nos quedamos dormidísimas.

Restaurante Cristal, Amritsar

Datos de interés:
Taxi del aeropuerto al templo: 350 rupias (5,3€)
Restaurante Tasty Bite: sopa de champiñones 50 rupias (0,76€), patatas fritas 45 rupias (0,68€), pacoras de queso 80 rupias (1,22€), katie roll de champiñones 85 rupias (1,3€), mango lassi 45 rupias (0,68€), ginger lemon 30 rupias (0,45€)
Excursión a la frontera con Pakistán: 95 rupias (1,45€). Salida a las 14:45h y llegada de vuelta a las 18:30h
Ciclo ricksaw del templo al restaurante Crystal: 50 rupias (0,75€)
Restaurante Crystal “at the ground floor”. Malai kofta 180 rupias (2,75€), subke bahan 180 rupias (2,75€), arroz hervido 130 rupias (2€), choori nan 40 rupias (0,6€), kerma nan 130 rupias (2€), agua: 45 rupias (0,68€), helado de vainilla y salsa de chocolate 85 rupias (1,3€)

Templo Dorado Amritsar, India

11 comentarios

  1. Fernando López Fernández 16 septiembre 2011
  2. míriam 17 septiembre 2011
  3. victor 18 septiembre 2011
  4. Carlos Blanquero 18 septiembre 2011
  5. Paco Piniella 18 septiembre 2011
  6. Babyboom 19 septiembre 2011
  7. José Carlos DS 19 septiembre 2011
  8. Fran 20 septiembre 2011
  9. Isabel (Diario de a bordo) 21 septiembre 2011
  10. M.C. 21 septiembre 2011
  11. Paco Piniella 21 septiembre 2011

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