El año pasado, antes de iniciar el Kumano Kodo, pasé una mañana en Kyoto. Durante la visita por Higashiyama y Gion una cosa me llamó la atención: la cantidad de gente que visitaba Kyoto en kimono. Y pensé: la próxima vez que viaje a Japón yo también alquilaré un kimono. Dicho y hecho, en este relato os explico mi experiencia en alquilar un kimono en Kyoto.
Esa mañana me levanté pronto para dar un paseo antes de desayunar por Gion, ya que las nueve de la mañana teníamos hora para alquilar el kimono. En varias ocasiones he llevado yukata (kimono de verano), pero como vestir un kimono propiamente dicho es bastante complicado, nunca lo había hecho. Y sinceramente era algo que me hacía muchísima ilusión.
En Kyoto hay decenas de locales especializados en el alquiler de kimono y yukata. En algunos no es necesario hacer reserva previa, pero como la época del hanami era temporada altísima, decidí reservarlo antes incluso de viajar a Japón. Después de consultar varias empresas por internet me decanté por alquilarlo en Rental Kimono Okamoto en la sucursal que tienen en el barrio de Gion. Al ser temporada alta se tenía que reservar el set completo de Full Scale Attire Plan que incluye el kimono completo, los tabi (calcetines) y un bolso. Este plan cuesta 5000 yenes (más impuestos) y ya puestos, añadí que me peinaran por 500 yenes más.
Llegamos la tienda quince minutos antes de la hora de apertura y ya había un poco de cola. A las nueve en punto abrió y se desató la locura. Unas veinte chicas, la mayoría chinas, entraron como si no hubiera un mañana a la caza del kimono más bonito. En la tienda había dependientas que te ayudaban a elegir el kimono y los complementos según tus gustos. Una vez eliges todo, te acompañan a una sala de espera hasta que te llaman para entrar a vestirte.
El kimono es el traje tradicional japonés. Hasta principios del siglo XX todos los japoneses vestían con él. A partir de la restauración Meiji y la apertura del país a Occidente, la vestimenta habitual en Japón se occidentalizó. La dificultad de vestir un kimono, especialmente anudarse el obi (cinturón), sumado a lo cara que es esta prenda, hizo que el uso del kimono fuera decayendo en el día a día y se limitara su uso en reuniones sociales y ceremonias. Es por eso que últimamente están apareciendo iniciativas para promover el uso del kimono: ya sea creando nuevos diseños más sencillos de llevar o promoviendo el alquiler del kimono en zonas turísticas, como el Kyoto Kimono Passport, un pase que ofrece descuentos en las atracciones turísticas de Kyoto a todo el que se presente vestido con kimono. Lo podéis descargar aquí.
Seguimos con la experiencia kimono: cuando hubo sitio disponible pasé al vestidor. Allí había seis dependientas vistiendo los kimonos con una maestría y una velocidad increíbles. Primero me puse los tabi (calcetines blancos) y seguidamente me pusieron una enagua de manga larga de algodón blanco, que es una pieza para mantener la higiene del kimono y del que lo lleva. La siguiente capa que me pusieron fue el nagajuban.
El nagajuban originariamente está pensado como una capa para evitar que el kimono se manche y se tenga que limpiar con tanta frecuencia (aunque yo ya llevaba otra capa). Si contratáis el Full Scale Attire Plan, podréis elegir el diseño del nagajuban, ya que suele tener el cuello decorado con diferentes motivos. El nagajuban se ajusta al cuerpo por medio del datejime, un trozo de tela que se ata como un cinturón. Habitualmente se anuda directamente sobre el nagajuban, pero primero me enrollaron una toalla de mano alrededor de la cintura (para que la cintura quedase más recta) antes de liarme el datejime.
Una vez toda la ropa interior esta puesta, toca vestir el kimono propiamente. Pero antes pasé por peluquería. La peluquera me enseñó un folleto con tres peinados concretos para pelo corto entre los que elegir. Para cabello largo había otros tres peinados diferentes. Una vez me decidí, empezó a ponerme rulos y laca hasta conseguir un bonito recogido. Después, la peluquera me pidió que eligiera unos complementos para el pelo y me dijo que me los pondría una vez estuviera vestida del todo.
Con el recogido hecho, pasé a ponerme el kimono. El kimono de mujer suele medir un máximo de 180 cm y luego se recoge al nivel de la cintura para que el largo quede a la altura de los tobillos. Si eres alta, en esta tienda tienen kimonos más grandes, solo tienes que pedirlo en la reserva. El kimono se cierra con las koshi-himo, unas cintas de algodón que se anudan a la cintura. Una vez el kimono está bien colocado, toca la parte más difícil: poner el obi.
El obi es una especie de cinturón decorativo que se usa para asegurar el kimono y evitar que se abra. El que me pusieron tenía unos cuatro metros de largo y al ponerlo hay que ajustarlo bien al cuerpo, también para evitar que el kimono se arrugue. Es bastante complicado de poner y especialmente de anudar. En la parte trasera, el obi se anuda creando diferentes lazos o nudos decorativos. Este es uno de los complementos más importantes del vestido y se elige para que haga conjunto con el kimono. El mío era de color amarillo chillón por un lado y negro por el otro y la dependienta lo anudó de manera que se vieran unos pliegues donde el negro destacara con el amarillo. Como detalle final pusieron sobre el obi el obijime y los complementos para el pelo que había elegido (kanzashi).
Salí del vestidor y en el recibidor (genkan) había zori para elegir. Los zori son los zapatos que se llevan con el kimono. Son unas sandalias estilo hawaianas con un poquito de talón. La diferencia con las geta, que están hechas de madera, es que los zori son de un material más blando y son sorprendentemente cómodas. Una hora más tarde ya estaba preparada y muy contenta con mi kimono. En otras ocasiones había llevado yukata (kimono sencillo de verano) pero era la primera vez que me ponía el kimono y me hacia muchísima ilusión. El que yo me puse tenía tres capas, ¡pero algunos llegan a tener entre 5 y 6 capas! Y ya que hablamos de capas, en la época Heian la moda entre las damas de la corte era llevarlos de hasta 12 (!!!). Supongo que querían que se notara que podían gastar en telas caras.
Ya estaba lista para visitar Kyoto al estilo tradicional, pero el recorrido de la visita os lo explicaré en el próximo post del viaje a Japón. 🙂
DATOS DE INTERÉS
Rental Kimono Okamoto, tienes diversas tiendas en la zona de Gion y Higashiyama. Las dependientas hablan un poco de inglés. En temporada alta hay que reservar con tiempo y solo se puede reservar el set completo «Full Scale Attire Plan». Precio: 5900 yenes. Por 650 yenes más puedes añadir peluquería. En verano también puedes alquilar un yukata.
Alojamiento en Kyoto: The Prime Pod, un hotel estilo cápsula en la zona de Sanjo-Dori muy recomendable. La noche nos salió a 25€ por cama.
¡Me encanta! yo tengo un yukata que me trajeron mis pedres de Japón però ni idea de hacerme el obi ains… Y sí, cuando vaya a Japón, que sabes que iré… algun día… también aunque sea una turistada pienso ir a que me vistan en kimono, me peinen y pasear por Gion 🙂
Un artículo estupendo.
La verdad es que es difícil encontrar una descripción tan buena sobre todo el servicio de alquiler de kimonos explicado tan detalladamente.
Seguro que a más de uno le vendrá genial leer esto.
Nosotros siempre alquilamos kimono y salimos a pasear por Kioto en cada viaje. Es una experiencia genial.