Descubriendo la Cerdaña francesa en coche desde Barcelona

Mientras que el día anterior descubrimos la Cerdaña en el tren amarillo, ese día lo dedicamos a conocer mejor la zona en coche. Como ya os comenté en la entrada previa, es complicado acceder a algunos puntos en transporte público, por lo que se hace necesario usar el coche.

El primer punto que visitamos fue el Gran horno solar de Oidello. Y no os penséis que de allí salen las baguettes que se venden por toda Francia, sino que se trata de un centro de investigación de la energía solar basado en torno a un enorme horno formado por un sinfín de espejos que concentran los rayos del sol en un punto muy pequeño. Allí hicimos una visita lúdica y pedagógica de las propiedades de la luz solar y del trabajo de investigación que se realiza.

El horno se construyó en ese enclave por la gran pureza del cielo y por ser una zona que disfruta de más de 2750 horas de sol al año. Se puso en funcionamiento en 1969 y se usa sobre todo para investigar sobre el desarrollo de centrales solares, así como para hacer pruebas de materiales de aeronáutica y aeroespaciales, entre otros usos.

La exposición está muy bien e incluye un vídeo que explica la historia del horno. Sin embargo, lo que nos dejó más alucinados fue la demostración en vivo y en directo de cómo funciona. Para ello, nuestra guía nos condujo hasta una réplica a una escala mucho más pequeña. Entonces, orientó dos grandes espejos de la forma adecuada, sacó un palo de madera, lo colocó donde se concentraba la luz del sol y prendió fuego al madero en menos de un segundo (!). No es de extrañar que el horno grande sea capaz de derretir una placa de acero de unos diez centímetros de grosor abriéndole un boquete en medio. Y tras la interesante visita al horno, pusimos rumbo a la población fortificada de Mont-Louis, a unos quince minutos en coche.

Al igual que Vilafranca de Conflent, Mont-Louis también es una ciudad fortificada que formó parte de los «Vaubanes» construidos por Sébastien Le Prestre de Vauban. El rey Luis XIV quería asegurar los territorios que acaba de conseguir en los Pirineos y ordenó construir fortalezas en puntos estratégicos con tal de asegurar ese y otros territorios clave de Francia.

El pueblo de Mont-Louis está rodeado de una gran muralla y en el centro hay un fuerte militar. Aquel domingo por la mañana apenas había gente en la calle y todo estaba cerrado, así que pasamos más tiempo divirtiéndonos con los carámbanos de los bancos y tirándonos bolas de nieve que otra cosa. Al poco rato de llegar, volvimos al coche. Eso sí, es más recomendable visitar Mont-Louise en sábado, porque a las 11.30 h hay visitas guiadas por el pueblo desde la oficina de turismo.

Una de las cosas que más me gustan de Francia son los denominados «pueblos más bellos de Francia» y, como había uno cerca, no quisimos dejar escapar la oportunidad de visitarlo. Evol es un pequeño pueblecito que se alza en medio de prados y montañas. Tiene pocas calles y todas sus casas están hechas de piedra con tejados de pizarra, con todos los detalles muy bien cuidados. Es lógico que se considere una de las villas más bonitas del país, porque todos los rincones son fotogénicos a más no poder.

Empezando por su pequeña iglesia, que data del siglo XI y el pequeño cementerio que la rodea, hasta llegar a todos los rincones del pueblo. Era la una del mediodía y no había ni un alma por las calles, solo un par de gatos tendidos sobre las piedras, tomando el sol perezosamente. Por otro lado, me sorprendió que no hubiera ningún sitio para comer allí; el único local estaba cerrado ese día.

Como era una hora crítica, decidimos ponernos en marcha para buscar algún lugar donde comer. Casi por casualidad, llegamos a los baños de Santo Tomás y en el camino de entrada encontramos un pequeño quiosco con mesas y sillas donde preparaban comida casera francesa deliciosa y a muy buen precio. Comimos una cazuela de barro con camembert al horno que estaba buenísimo. Fue el preludio para la mejor parte de ese día, que vendría a continuación.

Los baños de Santo Tomás son unos bonitos baños termales al aire libre situados en un recoveco de las montañas. Si te has olvidado de traer la toalla y el bañador, lo puedes alquilar allí por un precio muy razonable. En la piscina se puede disfrutar de aguas calientes sulfurosas a una temperatura de 37 °C y, como fuera del agua hacía un poco de fresco, la verdad es que en la piscina se estaba la mar de bien. Podéis ver cómo es en el siguiente vídeo:

Este fue el broche final para un fin de semana especial con amigos en el Pirineo y la experiencia fue tan grata que os animo a todos a visitar este rincón del mundo.

Datos de interés:
1. Baños de Santo Tomás: horario de 10 de la mañana a 7.40 de la tarde. Entrada a las piscinas al aire libre: 5,50€; acceso al espacio interior con hamam y jacuzzi: 12€.
2. Horno solar de Odeillo: entrada 7€.