Pasamos tres días en Venecia, dos recorriendo la ciudad y el tercero visitando las islas de Murano, Burano y Torcello. Para empezar, voy a describir lo que vimos e hicimos el primer día. Prepárate amigo lector, porque fue un día muy completo.
Todo el mundo está de acuerdo en que la Serenísima es un lugar precioso, mágico, donde cada rincón parece sacado de una postal. Así que esa mañana estábamos muy emocionados de poder explorar por fin la capital del Véneto y comprobar con nuestros propios ojos si esa leyenda era cierta. Después de un buen descanso y un buen desayuno en el hotel Best Western Santa Helena, gracias a Expedia.es, empezamos a andar por el paseo de la costa sur, en dirección a la plaza San Marcos.
Sin embargo, queríamos dejarnos envolver por la ciudad, así que muy pronto abandonamos el paseo junto a la bahía y nos internamos por las callejuelas del barrio de Santa Helena. Nos llamó la atención una exposición al aire libre de la Biennale, llamada «Museum of everything». Dimos una vuelta por una floristería transformada en museo y seguimos adelante hasta llegar a la via Giuseppe Garibaldi, donde había gente comprando en puestos de pescado y verduras. Nos gustó ver venecianos haciendo la compra y ver la vida de barrio en una ciudad tan sumamente turística.
Regresamos a la bahía para internarnos ciudad adentro de nuevo por el rio dell’Arsenale, una calle muy tranquila y de calzada ancha que conduce a la monumental entrada del astillero de Venecia. Los enormes leones de piedra vigilan que nadie entre en la que fue la fábrica de barcos más potente del Mediterráneo. En 1570, el astillero estaba tan optimizado en el Arsenale, que podía producir una galera de guerra en solo un día.
Seguimos recorriendo callejuelas encantadoras, repletas de canales y puentecitos, hasta que llegamos sin haberlo previsto demasiado ante la iglesia de Santi Giovanni e Páolo, junto a la Scuola di San Marco. Como hacía mucho sol, decidimos hacer un alto y zamparnos el primer helado del viaje. El tiempo se detuvo mientras contemplábamos la plaza de la iglesia, con un canal al lado por donde vimos pasar las primeras góndolas. Un señor veneciano muy amable se nos acercó para contarnos varias cosas de los edificios que se alzaban ante nosotros: la Scuola di San Marco es en realidad un hospital, el Ospedale Civile di Venecia, en origen una hermandad de beneficencia dedicada a los más necesitados. A su lado, la iglesia familiarmente llamada de San Zanipolo, contiene las elaboradas tumbas de varios dux o duques venecianos. No cabe duda de que en Venecia hay arte por todas partes. De hecho, esta ciudad no solo contiene obras de arte, sino que ha sido musa de un sinfín de artistas de todos los campos, desde compositores como Wagner hasta escritores como Henry James.
Seguimos explorando la ciudad de los canales, ávidos de más sorpresas. Así, casi sin darnos cuenta, llegamos a un punto muy turístico: el puente de Rialto. Al mediodía de un sábado este puente era un hormiguero de turistas, todos haciendo fotos, y resultaba agobiante, así que nos alejamos prudentemente. No obstante, había hordas de turistas inundándolo todo. De todas maneras, decidimos seguir la corriente y fuimos a parar a la plaza San Marcos. En el centro de la ciudad quedamos apabullados por la belleza de la basílica, por la altura del Campanile, por el arte del Palacio Ducal, por los detalles de la Torre dell’Orologio y por las vistas de la bahía. No podíamos más, así que nos sentamos en los peldaños de las galerías y disfrutamos del espectáculo.
Esa tarde hacíamos una de las actividades de la web de Expedia: una visita con una guía autóctona más un paseo en góndola. Frente a la oficina de turismo nos dieron un aparatejo de esos con auriculares para escuchar a la guía sin que tenga necesidad de gritar. Al cabo de unos minutos, ya estábamos siguiendo a Bárbara, una veneciana de San Polo que nos fue contando detalles muy interesantes de la ciudad y nos llevó a rincones que tal vez no hubiéramos encontrado nosotros solos. Aprendimos, por ejemplo, que en el pasado había menos calles empedradas sobre los islotes que componen Venecia.
La guía nos llevó por calles que se crearon después de tapiar zonas de agua, y por eso se llaman piscina en vez de via. Otro tipo de calle es el rio terra, antaño canales que hoy son vías peatonales. También nos contó detalles del Gran Teatro La Fenice y nos llevó a ver el Palazzo Contarini del Bovolo, con su llamativa escalera exterior. La excursión terminó con un paseo en góndola de 30 minutos que compartimos con otras dos personas. Aunque no estábamos precisamente solos por los canales, y aunque era pleno mediodía, nos gustó muchísimo. Ir en góndola te permite ver la ciudad desde una perspectiva muy distinta y llegar a lugares que de otra manera sería imposible. La visita Descubre Venecia y Paseo en góndola nos costó 39 euros por persona.
Para rematar la visita al centro, subimos al Campanile, la torre que preside la plaza San Marcos. Es muy turístico, pero desde este campanario se puede contemplar toda la ciudad. La entrada nos salió por 8€ euros y fue refrescante, porque en las alturas sopla una brisa muy agradable.
Después de dar bastantes vueltas por el centro con todo su bullicio y el calor del mes de junio, teníamos que escapar. Así que nos subimos a un vaporetto y nos fuimos canal arriba, hacia el barrio de Cannaregio. Enseguida vimos que había sido buena idea. Nos gustó tanto ir en barco por el Gran Canal que al día siguiente repetimos, pero de eso ya hablaremos en la próxima entrada. Nos bajamos en la estación de San Marcuola y nos alegramos de ver una densidad peatonal muy inferior a la del centro. Allí sí se podía pasear con total tranquilidad. Entonces deambulamos hasta llegar a la calle Terra San Leonardo, que estaba repleta de bares con terraza. Nos detuvimos en una de ellas y matamos el gusanillo con algunos cichetti. Estas tapas venecianas nos entraron muy bien y, con la excusa, descansamos un poco.
Más tarde, seguimos paseando y nos adentramos en el ghetto judío. El corazón de este barrio parece ser la plaza del Campo Ghetto Nuovo, una gran plaza rodeada de edificios, que en realidad es una isla rodeada por canales y conectada por puentes. Para acceder, cruzamos un puentecito que terminaba en un paso por debajo de un edificio. Al salir a la plaza por el otro extremo, me dio la sensación de haber entrando en un refugio o madriguera al aire libre. Es una plaza muy tranquila y apartada, donde se puede visitar el museo Ebraico. Después tomamos el puente del norte y nos encontramos en una fondamenta preciosa. Una fondamenta es una calle que discurre al lado de un canal y, en este caso, el canal recorría todo el barrio de este a oeste. Nos hallábamos de nuevo en la Venecia de los venecianos, es decir, en aquella donde aún se puede vivir la ciudad más auténtica y donde el turismo aún no ha llegado en masa. Leí por ahí que en este sestiere vive más de un tercio de la población autóctona. También es el barrio donde nacieron el famoso pintor Tintoretto y el gran viajero: Marco Polo. Aun así, dejamos de perseguir los puntos de interés, como la Madonna dell’Orto o el Campo dei Mori. Simplemente deambulamos. Ya hacía horas que habíamos dejado de consultar el mapa. Caminamos embobados por el ambiente pausado del barrio de Cannareggio, con sus bares junto al canal y sus vecinos disfrutando del atardecer. De vez en cuando, veíamos pasar una barca.
Poco a poco, regresamos al barrio de Castello, donde habíamos empezado el día, y fuimos a cenar temprano. El cielo se había nublado y empezó a lloviznar poco antes de llegar al restaurante Il Jardinetto di Severino, donde habíamos reservado una mesa. Como todavía no la tenían lista, fuimos a dar una vuelta por los alrededores bajo unas gotas algo molestas. Más tarde ya sí nos dejaron pasar al patio interior, donde cenamos spaguetti al nero di sepia y de postre: tiramisú. Fue un día muy intenso que rematamos con una cena romántica. Inolvidable.
Al día siguiente vimos incluso más lugaresinteresantes de la Sereníssima. Increíble pero cierto. No os perdáis la siguiente entrada. En serio. Es muy buena. Pero que muy muy buena.
Datos de interés:
Actividad de Expedia: Visita Descubre Venecia y Paseo en góndola 39 €. Incluye 90 minutos de visita guiada más 30 minutos en góndola. Hay que canjear el vale en la oficina de turismo, situada en el extremo suroeste de la plaza San Marcos.
Campanile: unas vistas de altura por solo 8€.
Restaurante Il Jardinetto di Severino: cena para dos: aprox. 40€.
Ahí, ahí.. creando espectación con la siguiente entrada jejejeje…
En Venecia la cantidad de turistas es alucinantemente agobiante, y yo hice como vosotros… escaparme al norte de Venecia y la diferencia fue abismal. Mucho más tranquilo he igual de encantador.
Si algun cop torno a Venècia, a més a més de contemplar la façana de San Marco sense bastides (quan jo hi vaig anar estava en restauració), m’agradaria perdre’m per aquests carrerons que dieu…
Ja espero la pròxima entrada! Quina expectació 😀
Anda, pues si que dio de sí el día, si. Muy completo. Espero con impaciencia la siguiente entrada, 😉
Yo hace años que estuve en Venecia. ¡Vamos! En el viaje de estudios de BUP… ¡anda que no ha llovido!. Pero es una ciudad a la que no me importaría volver.
Esperando saber más de vuestro viajecito.
Un saludo 😉
Mono y yo esperamos ansiosos tu próxima entrada ¡Esta nos ha encantado!
Está claro que es una ciudad irresistible y muy difierente de todas las que haya visitado, tiene un aire especial que te embriaga en cuanto cruzas el Gran Canal. Sólo pude pasar allí un día y también me dediqué a pasear incansablemente por las zonas menos transitadas, Venecia es mucho más que la zona turística y espero impaciente las siguientes entradas.
Isabel,que ganas tengo de conocer venecia!! Lo que peor llevaría sería ver a tanto turista por allí! La foto del gran canal, espectacular!! Un abrazo
Qué recuerdos tengo de Venecia cuando fui siendo sólo una adolescente!
A ver si vuelvo pronto
Creo que de la siguiente entrada ya se lo que viene!!! 😀 😀
Tengo ganas de conocer Venecia, hasta la fecha solo conozco la imitación de Las Vegas y eso no mola… Pero Carmen ha estado ya, por lo que salvo que hagamos una ruta por Italia, creo que tardaré en ir por allí.
Un saludote!
Venecia siempre será eterna. Muy buen relato.
Fue el primer viaje que hice fuera de España y lo recuerdo con inmenso cariño. Desde luego callejear sin un rumbo fijo es una de las mejores formas de conocer la ciudad. La visita guiada tiene pinta de ser súper interesante y encima lleva incluído un viaje en góndola, algo que yo no pude hacer en su día. Está claro que habrá que volver 😀
Me encantaría que me sugieran un hospedaje cómodo y céntrico, gracias.
Hola Victor,
Nosotros nos alojamos en la Isola de Santa Helena en el hotel Best Wester y muy bien. Puedes encontrar más info en la guía de la escapada a Venecia: https://www.diariodeabordoblog.com/europa/italia/que-ver-hacer-venecia-tres-dias.html
Qué recuerdos me trae tu post. He estado hace poquito en Venecia y he vuelto alucinando de lo bonita que es la ciudad