La boda japonesa de Misato

Este día sí que madrugamos mucho. Teníamos que vestirnos y arreglarnos para ir a la boda de Misato y Ken en Kobuchizawa. Por suerte, el peinado se me había mantenido, de hecho las ondas me quedaban mejor que el día anterior. Fuimos hasta la estación de Shinjuku, con mucho tiempo de margen, por si nos perdíamos y fuimos a coger el tren expreso. Llegamos a la estación de Kobuchizawa, y lo primero que hicimos fue ir a comprar unos imperdibles, porque durante el viaje había perdido algo de peso y se me caían los tirantes del vestido de manera escandalosa.



Allí hacia mucho frío, pero por suerte no llovió. Después de mirar en el diccionario como se decía imperdible, fuimos a una especie de ferretería que regentaba una señora mayor, pero no le quedaban. Amablemente nos dijo que fuéramos a la papelería que había cerca de allí, y por suerte allí pudimos comprar algunos.

 

Los novios posando con sus padres después de la ceremonia.

 

A las 11 nos vino a recoger un autobús que nos llevaría al hotel. El autobús estaba lleno de asistentes a la ceremonia y nosotros éramos los únicos extranjeros. Cuando llegamos al hotel vimos que mucha gente se iba a los vestuarios para vestirse de gala. En verdad, nosotros también lo pensamos, pero después de pasar medio viaje cargando mochilas nos apetecía ir un poco ligueros de manos.

Mientras esperábamos que empezara la ceremonia nos condujeron a una sala en la que servían bebidas y allí conocimos a la madre de Ken que es chilena, y por supuesto hablaba español. Su madre fue muy agradable y estuvo pendiente de nosotros.

Todos posando otra vez, pero aquí Misato llevaba el kimono Iro-uchikake.

 

Cuando llegaba la hora de la ceremonia nos condujeron a una moderna capilla que había en medio de un prado y rodeada de árboles. El prado estaba cubierto con hojas de color marrón-rojizo que se habían caído y el paisaje era precioso. Dentro de la capilla vino la mujer que oficiaría la ceremonia y nos pidió que no hiciéramos fotos en esos momentos. Como detalle a mencionar de la organización japonesa, a las señoras nos dieron una mantita para taparnos las piernas para no pasar frío mientras duraba la ceremonia. Mientras esperábamos que entraran los novios por la puerta trasera, la pared delantera de la capilla empezó a elevarse como si de un telón se tratara y mientras sonaba una música de fondo vimos aparecer a los novios, vestidos con los kimonos de boda tradicionales, caminando hacia nosotros a través del prado como si de una película de Hollywood se tratara. En ese momento las lágrimas me saltaron de la emoción. En mi vida había visto nada tan bonito. Cuando acabó la ceremonia salimos al prado para lanzar pétalos de rosas a los novios y hacernos fotos con ellos. Otro detalle de la organización japonesa: había varios empleados que hacían fotos a los invitados con sus propias cámaras para que tuvieran el recuerdo (y eso que había un fotógrafo oficial, lo mismo que en España, ¿eh?). Después de las fotos y un brindis nos llevaron hasta el otro extremo del hotel donde tendría lugar la comida. Antes de entrar al salón, nos llamaron juntamente con dos amigas y con los novios abrimos tres botellas de champán para brindar todos juntos. Misato se había cambiado la parte superior de su kimono, cambiando el blanco radiante por uno con más colorido que le favorecía mucho.

Vista expectacular del salón donde se celebró la comida.

Según me ha explicado Misato, el kimono blanco se llama “Shiro-muku” y el de colores “Iro-uchikake”. Los dos son vestidos de novia tradicionales en Japón, pero la diferencia es que el blanco es más de gala. El kimono blanco se vestía en las ceremonias ante los Dioses desde la época antigua. El significado del traje blanco de la novia es un poco parecido al de aquí, significa inocencia y pureza, pero como el blanco se puede teñir de cualquier color, también significa que la novia acepta todo del novio, una nueva vida y una nueva familia. Aunque no me pude fijar mucho, Misato me ha dicho que ambos kimonos estaban tejidos con dibujos de flores y animales felices significando felicidad eterna para la nueva pareja. Como habréis visto en las fotos, durante la ceremonia Misato llevaba un tocado blanco que casi le tapaba los ojos. Este tocado se llama “Wata-boushi”, y aunque teóricamente tiene esa forma para que solo el novio pueda verle bien la cara, como podéis comprobar no la ocultaba toda, pero le daba un toque de misterio encantador.

Por fín se desvela el misterio: aquí el peinado que me hizo Hiro.

 

Antes de entrar en el salón de bodas, había una antesala en la que te servían una copa y podías mirar fotos de los novios cuando eran pequeños y de ellos cuando eran novios. Me pareció un detalle muy bonito, y me gustaron mucho las fotos de Misato cuando era pequeña. ¡¡¡Era súper kawaii!!!

¡Qué gran descubrimiento el foie!
¡Mira que tener que ir a Japón para descubrirlo cuando estamos al lado de Francia!
 

El salón donde se celebró el banquete era precioso. Era una sala alargada que en lugar de tener paredes tenía unos cristales que te dejaban ver el bosque. La decoración era sencilla, pero moderna a la vez. El menú constaba de unos 7 platos que estaban todos muy buenos, pero lo que más me gustó fue el foie y el postre, que era un mochi con nata y fresa por dentro, delicioso. (¡Tiene gracia que me tenga que ir a Japón para descubrir el foie!) Otro detalle curioso de la boda es que teníamos un camarero todo el rato pendiente de nosotros, cuando acababas el plato te traía el siguiente, y si entre plato y plato te levantabas, hasta que no te sentabas otra vez no te traía el siguiente, con lo que la comida siempre estaba a punto y caliente, y claro había gente que iba por el segundo y otros por el quinto.

Un rato más tarde Misato llamó a su madre y fue a cambiarse de vestido. Poco tiempo mas tarde apareció junto con Ken vistiendo vestidos de boda más occidentales. Ella llevaba un vestido palabra de honor con pedrería en el cuerpo muy bonito y Ken llevaba el tradicional chaqué. Los dos estaban muy guapos y elegantes. Una vez entraron al salón cortaron la tarta nupcial que era de nata y frutas. Cuando sirvieron el pastel, una amiga de Misato nos explicó que teníamos que comer todos a la vez la tarta porque había dos porciones que tenían una bolita y quien la encontrara tenia un obsequio. ¡Ja, ja, ja! Menos mal que me lo dijo que sino al igual me la hubiera tragado… aunque a mi no me tocó.

El postre: mochi relleno de nata y fresa, helado, lámina de azúcar y salsa de fresa…
¡Se me hace la boca agua solo con ver la foto!


Tal y como Misato me dijo, a las 5 se acabo la boda y los novios y los padres iban despidiendo a todos los asistentes uno por uno en la puerta. Todos muy agradecidos por nuestra asistencia, aunque la verdad es que la que estaba realmente agradecida era yo por haber podido participar en el que sin duda fue uno de los días más bonitos de su vida.

Ken y Misato cortando la tarta nupcial.

 


Después de la boda nos fuimos a coger el tren hasta Shinjuku. Llegamos allí sobre las 8 de la tarde y el exterior de la estación estaba muy animado. Poco a poco fuimos paseando, vestidos de gala, hasta el “Tocho” el edificio del gobierno metropolitano de Tokio, que es un rascacielos enorme que en una de las últimas plantas tiene un mirador que es gratuito. Subimos allí y pudimos disfrutar de la vista nocturna de la ciudad, que sin duda es espectacular. A todo el mundo que me pregunta como es Tokio les pregunto si han estado en Times Square… pues Tokio es como Times Square multiplicado por mil.

Shinjuku sábado noche. ¡Animación a tope!

Tengo muy buenos recuerdos de este día, la cara de felicidad de Misato y Ken, y la nuestra, vestidos de gala, paseando entre neones cogidos de la mano.
 
Vista de Shinjuku desde el mirador del Tocho.

6 comentarios

  1. Traveller 2 2 marzo 2009
  2. miriam 2 marzo 2009
  3. rat 2 marzo 2009
  4. mo 3 marzo 2009
  5. Isabel 4 marzo 2009
  6. Misato 6 marzo 2009

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