Introducción a San Petersburgo

Hay viajes que no los prevés, que simplemente se cruzan en tu camino cuando menos te lo esperas. Ya hacía una temporada que se me había metido en la cabeza visitar Rusia, sobre todo desde el día en el que me quedé enganchada leyendo el resumen de la historia de este gran país que encontré en la guía Lonely Planet un viernes por la tarde en la librería de viajes Altaïr. Este año teníamos previsto hacer tres semanas en octubre, pero por temas laborales al final vimos que solo disponíamos de dos semanas seguidas. Y así, nos encontramos en pleno mes de junio con una semana suelta para hacer a mediados de agosto. Muchos destinos me vinieron a la mente, pero a esas alturas los vuelos eran prohibitivos. Justamente el día siguiente vi que la asociación Amu Daria organizaba un curso básico de ruso gratuito durante el mes de junio y yo lo interpreté como una señal del destino: teníamos que ir a Rusia.

San Petersburgo

San Petersburgo, nuestra ciudad de entrada, fue fundada en 1703 por Pedro el Grande. Este zar innovador estaba harto de las intrigas y supersticiones de la antigua Rusia y decidió crear una nueva ciudad en los terrenos ganados en la guerra contra los suecos. En pleno terreno pantanoso alzó una ciudad nueva a imagen y semejanza de las urbes europeas de la época y acabó haciéndola la capital del reino en 1714. San Petersburgo ha sufrido grandes transformaciones debido a los cambios políticos del país, entre ellos el nombre. Primero se le cambió a Petrogrado (ciudad de Pedro) en 1914, luego se llamó Leningrado (ciudad de Lenin) en 1924 y, finalmente, volvió a llamarse San Petersburgo en 1991 tras una consulta popular. Tras el asedio nazi de 900 días, al que siguió el periodo comunista, la ciudad acabó cayendo en una decadencia absoluta, hasta que, con motivo del tercer centenario (y con el impulso del presidente Putin, hijo de la ciudad) se decidió restaurarla para darle todo el esplendor de antaño.

San Petersburgo

A las cinco y media de la mañana aterrizaba nuestro vuelo. Una hora larga para pasar inmigración, más treinta minutos en una furgoneta que enlazaba con la estación más cercana de metro para pasar a ser engullidos por la tierra mientras descendíamos por el metro más profundo del mundo (110 metros). El metro de San Petersburgo solo tiene cinco líneas y muchas de sus estaciones son verdaderas obras de arte del periodo Stalinista. Se empezó a construir en 1955 y se sigue ampliando en la actualidad. Es muy fácil moverse en metro por la ciudad, porque todas las estaciones tienen el nombre escrito en cirílico y en alfabeto latino (al menos en las que yo estuve), aunque las estaciones solo se anuncian en ruso cuando se está dentro del vagón.

En agosto del 2011, un billete de metro sencillo cuesta 25 rublos y hay que comprarlos en una taquilla en la que una señora te da una ficha que luego hay que introducir en la máquina para pasar. Como os he comentado, el metro de San Petersburgo es el más profundo del mundo, y cuando se baja por las escaleras mecánicas hacia los andenes, el hueco parece un abismo interminable. Algunas estaciones de metro no tiene andén, sino que es un vestíbulo con unas puertas que parecen de ascensor y que solo se abren cuando el metro llega a la estación. Finalmente llegamos a nuestro hostel, el Gogol Mogol, a las ocho de la mañana y, ante la sorpresa de Sergei, el chico que nos atendió del albergue, en lugar de ir a devorar la ciudad, decidimos intentar dormir un poco antes de salir.

Pelmeni

Nevsky Prospekt es la avenida principal de San Petersburgo. En sus cuatro kilómetros de largo pueden verse desde vestigios de la antigua ciudad de los zares hasta todo tipo de franquicias de cadenas de comida rápida americana. Nuestra ruta por el centro histórico empezó en la estación de Mayakovskaya (Маяковская). Era media mañana y lo que realmente nos interesaba era situarnos en la ciudad y deambular por sus calles.

Empezamos bajando por Nevsky Prospekt y la primera parada la hicimos en la Catedral de Nuestra Señora de Kazán, una enorme iglesia de estilo neoclásico, bastante atípica para la arquitectura de la zona. Esta iglesia fue mandada construir por el zar Pablo, que quiso unir en su construcción los ritos cristianos y ortodoxos. La entrada es gratuita y al ser domingo tuvimos la suerte de ver una boda ortodoxa.

Almirantazgo

Casi en frente de la Catedral de Kazán está el singular antiguo edificio Singer, uno de los edificios más bonitos de San Petersburgo y que antiguamente había sido la sede de la empresa de máquinas de coser Singer. El edificio fue construido en 1904 y fue diseñado por el arquitecto Pavel Suzor. La idea inicial era construir un rascacielos similar al que las oficinas centrales de Singer en Nueva York, pero el arquitecto se topó con que las leyes de San Petersburgo no permitían que se erigiera ningún edificio que superara los 23,5 metros, altura del Palacio de Invierno. Así que el arquitecto acabo diseñando un edificio de siete plantas coronado con una cúpula acristalada, que daba la sensación de altura pero que, al usar materiales ligeros, no eclipsaba a la residencia de los zares. La cúpula está coronada por un globo terráqueo y actualmente acoge una librería enorme.

A pocos minutos andando de la Catedral de Kazán está el restaurante Pelmeni Bar, un nombre simple y directo. Como podéis imaginar, la especialidad de este restaurante son los pelmeni, una especie de raviolis con infinidad de rellenos diferentes y salsas innumerables. Ya había probado los pelmeni en Nueva York, en el barrio ruso de Brighton Beach, pero los que comí en San Petersburgo no tenían nada que ver. Quizás porque la receta era diferente o vete a saber, pero estaban buenísimos. En el Pelmeni Bar no tenéis que sufrir por no saber ruso, porque también tienen la carta en inglés, como en la mayoría de restaurantes del centro de San Petersburgo, de hecho.

San Petersburgo

Al salir del restaurante, nos topamos de lleno con la aguja dorada que corona el edificio del Almirantazgo. Esta aguja se cubrió con redes durante la Segunda Guerra Mundial para que los bombarderos no pudieran situar los edificios más estratégicos al sobrevolarlos. Este edificio también fue mandado construir por Pedro el Grande entre 1806 y 1823 para conmemorar las victorias de la flota rusa y fue la sede de la Escuela de Almirantes Imperiales Rusos.

Seguimos por Nevsky Prospekt hasta llegar al río Neva y, justo mirando a la derecha, el Palacio de Invierno se erigía omnipresente. Parecía imposible alejarse de él, así que pusimos rumbo hasta la plaza Dvortsovaya (plaza del palacio) para admirarlo en todo su esplendor. La plaza es inmensa y en medio se alza la columna de Alejandro. Fuimos bordeando el río Moyka hasta llegar al canal Griboedov desde el cual pudimos divisar una de las iglesias que más nos gustó de todo el viaje: la iglesia del Salvador sobre la sangre derramada. Es preciosa y su estructura tan rusa contrasta con todos los edificios de carácter europeo de la ciudad. Hay que pagar una entrada para visitarla, pero ese día no entramos porque se nos hizo tarde.

San Petersburgo

Ese día íbamos un poco desorientados, entre la noche en vela en el avión, las pocas horas de sueño a destiempo y el sol de medianoche, uno no sabía si había que comer, dormir o seguir paseando a pesar de ser las diez de la noche y haber un sol radiante. Podíamos haber hecho un crucero por los canales de San Petersburgo, pero el único con explicaciones en inglés ya había zarpado, así que decidimos volver al hostal y comprar comida preparada en un colmado que había cerca para cenar y recuperar fuerzas para el día siguiente.

Ensaladilla rusa


Datos de interés:

1. Para ir del aeropuerto al centro de San Petersburgo se puede coger el autobús de línea 13 o 13A o unas furgonetas que hacen de shuttle con el número K3, K13 o K213. Todos paran en la estación de metro de Moskovskaya, pero atención que no es final de línea. La lanzadera cuesta 30 rublos por persona y 20 rublos por maleta.
2. Metro de San Petersburgo: 25 rublos (billete sencillo).
3. Pasta de hojaldre de manzana (yablaka=manzana): 45 rublos
4. Pelmeni Bar. Calle Goroshobaya, 3 (cerca del Almirantazgo). Amur pelmeni: 342 rublos, holiday Pelmeni: 273 rublos, agua: 60 rublos, cerveza Baltik 7: 70 rublos, blinis (crepes) de leche condensada: 78 rublos
5. Cucurucho Baskin & Robins: 70 rublos
6. Botella de agua de medio litro: 26 rublos, botella de agua de litro y medio: 32 rublos, pan de centeno: 65 rublos. Todo comprado en un super 24 horas.
7. Hostel Gogol Mogol. Habitación doble sin baño y sin desayuno: 2000 rublos la noche.

San Petersburgo

22 comentarios

  1. Ana María 23 marzo 2012
  2. Míriam 23 marzo 2012
  3. Purkinje (mapaygps) 23 marzo 2012
  4. José Carlos DS 23 marzo 2012
  5. Babyboom 24 marzo 2012
  6. Fran soler 26 marzo 2012
  7. Cool 27 marzo 2012
  8. Sergio 27 marzo 2012
  9. M.C. 27 marzo 2012
  10. Laura 29 marzo 2012
  11. marc 31 marzo 2012
  12. Victor 18 abril 2012
  13. JUAN JOSE 13 enero 2016
    • Isabel & Xavier 13 enero 2016

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