Una tarde en bicicleta por Lovaina

Después de pasar la mañana en Malinas, tomamos un tren para pasar la tarde en Lovaina, una de las ciudades más bonitas de Flandes. ¿Queréis saber qué hicimos allí?

Lovaina está muy bien conectada con Malinas, y también con Bruselas. Con el tren nos plantamos en menos de media hora en el centro. Es una ciudad que tiene mucho que ofrecer y a la que se le pueden dedicar varios días pero, como no disponíamos de ese tiempo, decidimos hacer un visita en bicicleta por la ciudad para así aprovechar al máximo la tarde.

Para ello fuimos hasta la oficina que Leuven Leisure tiene muy cerca del ayuntamiento. En la primera parada de la ruta conocimos a Alfonsito, una estatua que la universidad regaló a la ciudad en los años setenta y que ahora se ha convertido en uno de sus símbolos. Lovaina es muy famosa a nivel europeo por la universidad y las diversas facultades que la componen. En la actualidad hay unos 50.000 estudiantes universitarios que hacen que la ciudad tenga un ambiente muy animado.

Delante de la estatua de Alfonso se alza una de las joyas de la ciudad: el ayuntamiento de Lovaina, que es uno de los más bonitos de todo Flandes. Fue construido a mediados del siglo XV en estilo gótico brabantino y preside la Grote Markt junto con la iglesia de San Pedro. Lo que más sorprende de la estructura del ayuntamiento es que las tres caras visibles del edificio están totalmente ornamentadas.

Hay 236 estatuas distribuidas por la fachada que representan personajes importantes de Lovaina, santos y patrones, todos ellos presididos por los condes de Lovaina y los duques de Brabante. Una curiosidad: las estatuas no fueron colocadas hasta el 1850. Al parecer, el escritor Víctor Hugo convenció a las autoridades de la ciudad de que la fachada ganaría mucho si se llenaban todos los doseles vacíos.

Nuestra ruta en bicicleta siguió por calles peatonales con el típico empedrado de Flandes en dirección a la barra más larga de Europa, y es que la plaza Oude Martk es conocida con ese nombre. Esto se debe a la gran concentración de bares y restaurantes que hay allí. Era sábado y hacía una tarde soleada y bastante cálida para ser marzo, así que la plaza estaba llena de gente disfrutando de una cerveza en las terrazas.

A cinco minutos de la plaza nos encontramos con otro de los edificios imprescindibles de la ciudad. La biblioteca central de Lovaina fue una de las más importantes de Europa, pero durante la Primera Guerra Mundial fue incendiada y se quemaron 900.000 libros históricos. Esto supuso una conmoción tan grande que en los años veinte, y con el apoyo de Estados Unidos, se construyó una nueva biblioteca en estilo renacentista flamenco. La biblioteca tiene el carrillón más grande de Bélgica, con 63 campanas, y su interior alberga una colección de un millón de libros que se pueden leer en su bella sala de lectura.

Nos alejamos del centro pedaleando por alguna de las facultades de la ciudad hasta acercarnos a una zona de campo donde hicimos una nueva parada en nuestra ruta. A pesar de estar rodeada de naturaleza, la Abadía del Parque (Abdij van ‘t Park) está a tan solo treinta minutos andando del centro de la ciudad. Esta abadía data de principios del siglo XII y tuvo mucha importancia en la ciudad, pero, como ocurre con muchas abadías en estos tiempos modernos, acabó quedando sin uso y poco a poco se fue deteriorando. En 2014 se llevó a cabo un plan de restauración y actualmente luce muy bonita. Vale mucho la pena pasar un rato deambulando por ella y descubriendo sus rincones, como el cementerio o el molino, donde hay un restaurante con una terraza con vistas al parque.

Pedaleando en dirección oeste, sin abandonar el extrarradio de la ciudad, nos encontramos con el castillo de Arenberg, un precioso edificio del siglo XV que actualmente es la sede de la facultad de Ingeniería, además de albergar oficinas y una biblioteca. El castillo perteneció a la familia Arenberg que durante la Primera Guerra Mundial tuvo tratos con Alemania y al acabar la guerra el gobierno les expropió el castillo. Después de una pequeña historia rocambolesca, el castillo pasó a ser propiedad de la universidad de Lovaina. Toda la propiedad del castillo es muy bonita y os recomendamos  pasear por sus jardines y edificios.

Nuestra última parada de la ruta en bicicleta por Lovaina fue el Groot Begijnhof, el Gran Beaterio de Lovaina es uno de los más bonitos que he visitado en Flandes. Parece que me repita todo el rato, pero es que Lovaina es preciosa. Como ya os explicamos en el artículo de Malinas, las beguinas eran mujeres adelantadas a su tiempo. Eran mujeres que habían decidido no casarse y dedicarse a la vida espiritual sin necesidad de ordenarse monjas. Así, pasaban sus días trabajando y ayudando a terceros, manteniendo su independencia.

Mujeres que decidían vivir su vida sin necesidad de un marido, y lo bueno de ser beata es que en cualquier momento podían abandonar el beaterio para casarse. Hablamos de mujeres del siglo XVII, cuando el beaterio tuvo su mayor apogeo con hasta 360 beatas. Actualmente, el Gran Beaterio de Lovaina es propiedad de la universidad y en su mayor parte es una residencia de estudiantes de los últimos cursos.

Unas horas más tarde regresamos a Leuven Leisure para devolver las bicicletas. En la tienda tienen una gran selección de cervezas y también hacen catas. Para reponernos del paseo, catamos una cerveza Timmerman’s que estaba sorprendentemente buena (aunque a mí no me gusta la cerveza).

Delante del Leuven Leisure está el restaurante Domus Leuven, un restaurante de estilo tradicional que sirve platos típicos de la zona. Los chicos de Leuven Leisure nos recomendaron probarlo, así que esa noche cenamos estofado de carne a la cerveza negra que estaba muy bueno. Fue el broche final de nuestra escapada de chicas en Flandes. ¡A ver si repetimos pronto!