País cátaro: castillos, paisajes y Edad Media

Al explorar la región Languedoc-Rosellón, en el sur de Francia, lo primero en lo que se piensa es en la bella población medieval de Carcasona. La ciudad medieval amurallada es un lugar encantador y que recibe muchos visitantes al año. Quien conoce bien el Languedoc-Rosellón sabe que hay lugares increíbles que merecen tanta o más atención que la jolie ville du Carcassone. Así pues, en esta entrada voy a hablar de Carcassona, pero después destacaré otros lugares de la región que todo el mundo debería contemplar al explorar el sur de Francia.

Las murallas de Carcassona se recortan en lo alto de una colina como salidas de un cuento de caballeros, dragones y princesas. Sobre todo por las torres cubiertas con tejados puntiagudos tan característicos, que recuerdan a las del castillo de Neuschwanstein o al castillo de Disney. Las dobles murallas también son impresionantes, igual que el portón de la entrada, diseñado para amedrentar a los invasores, así como las fortificaciones del castillo.

Carcasona País Cataro

Aunque en verano las calles estrechas de la ciudadela suelen estar repletas de turistas comprando helados y es difícil encontrar un hueco en un bar o restaurante, sigue valiendo la pena. Por el lado negativo, la entrada al castillo no es barata, nada menos que 9 euros, que el turista suele pagar a regañadientes por aquello de “ya que estamos aquí…”. Una vez en el castillo, se puede pasear por las almenas, recorrer la muralla norte de la villa, el torreón, la torre de vigilancia, ver las estancias y curiosear por las construcciones defensivas, como los cadalsos que se usaban para defender la base de las murallas. Además, en una sala muy espaciosa se puede ver un vídeo subtitulado en español y otros idiomas que explica de forma amena los principales hechos históricos de la ciudadela y el proceso de reconstrucción.

El punto fuerte de la historia de la ciudad medieval es la cruzada que dirigió Simon de Montfort contra los cátaros herejes protegidos por Raymond Trencavel, vizconde de Carcasona. El papa Inocencio III decretó la cruzada en el 1208 para borrar del mapa a los albigenses, que no seguían el dogma ortodoxo y preferían un cristianismo más asceta y que repudiaba todo el mundo material. La ciudad se rindió finalmente en el 1209 y la zona se anexionó así al reino de Francia.

Carcasona País Cataro

Respecto a la reconstrucción de lugares históricos como este, se trata de algo que me provoca sensaciones contradictorias. Por un lado, me decepciona cuando me entero de que un lugar está reconstruido. Pienso entonces que el lugar pierde valor por no ser original, sino una versión imaginada con más o menos rigor arqueológico. Por otro lado, me encantan las ruinas y los castillos, y me gusta imaginarme cómo debía ser la vida de estos lugares en sus tiempos de esplendor. Y quienes se encargaron de la restauración de las murallas de Carcasona debieron sentir lo mismo. Sin duda, sin la pasión por la Edad Media que sentía el arquitecto Viollet-le-Duc, el encargado de la restauración en el s. XIX, ahora esta ciudad no sería Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

De lunes a sábado hay visitas guiadas a la ciudadela y la ciudad nueva, en español, por 9 euros, a las 15.00, que empiezan en la oficina de turismo de Carcasona junto a la puerta principal de la ciudad. La visita termina frente al embarcadero del Canal du Midi. Este canal se construyó en el siglo XIX para unir el Atlántico con el mar Mediterráneo y ahora es un buen lugar que recorrer en bici por sus orillas o en barcaza tranquilamente.

Un buen día para ir a Carcasona es el 14 de julio. Además de que en julio es el mes que llueve menos, ese día se conmemora el histórico incendio de la ciudadela con un gran espectáculo nocturno de bengalas a las 22.30.

Otro buen día es el 14 y 15 de septiembre. Al coincidir con el día del patrimonio francés, la entrada es gratis a todos los castillos de la zona, lo que supone un ahorro considerable. La única pega es que en esos días, las visitas guiadas de la oficina de turismo de Carcasona solo se hacen en francés.

Carcasona País Cataro

Canal du Midi

La región de Aude tiene muchos lugares interesantes, que quizá impresionen más al visitante que la propia Carcasona. Como en la Edad Media hubo muchas guerras entre los condados de esta región y la Corona de Aragón, el territorio cátaro está repleto de castillos. Algunos restaurados en el siglo pasado y otros en ruinas, pero todos ellos merecen la pena por el paisaje que les rodea. A continuación hablaré de tres que están en la zona sur del Aude, cerca de los Pirineos, pero hay muchos más, unos once en total.

Château de Peyrepertuse
Este castillo alargado está construido en lo alto de una cordillera y se llega hasta él por un camino angosto que serpentea hasta la cima. Al visitarlo, uno se imagina las penalidades que debieron sufrir los constructores en su tiempo. Las vistas desde lo alto son excelentes y en un buen día pueden verse águilas sobrevolando el lugar o gente practicando parapente. El sendero cátaro pasa por el pueblo en la falda de la montaña. Para los aficionados al senderismo, le Sentier Cathare recorre 200 km entre Foix y Port-la-Nouvelle, en el Mediterráneo, con tramos para ir a caballo o en bicicleta.

Château de Peyrepertuse

Château de Peyrepertuse foto de Callejeando por el planeta

Château de Quéribus
Fue el último bastión cátaro en ser conquistado por la cruzada, en 1255. Y no es de extrañar, porque es un nido de águilas encaramado en el mismo pico de la montaña, al otro lado del valle, frente al castillo de Peyrepertuse. Las vistas de 360 grados que ofrece del paisaje de los alrededores son fantásticas. Parece un vigía de piedra solitario desafiando al vértigo y al viento, y es muy fotogénico, sobre todo al atardecer. Eso sí, la entrada vale 5,5 euros debido a los trabajos de restauración que le devolvieron su austera belleza.

Château de Quéribus

Château de Quéribus foto de Callejeando por el planeta

Château de Puilaurens
Este castillo también requiere de buenas piernas para subir las escaleras que suben en zigzag por la roca hasta sus murallas. Las vistas de la Vall de la Santa Creu y del Canigó que ofrecen sus murallas son inigualables. Pero cuidado, porque la leyenda de la Dama Blanca puede dejar a más de uno intranquilo en las noches de luna…

Otros castillos de la zona son el de Termes y el de Aguilar. Y quien haya leído el famoso Código da Vinci de Dan Brown puede que le interese visitar el pueblo de Rennes-le-Château.

Finalmente, si os apetece cambiar de paisaje, la zona del Parque natural de Narbona, en la costa, es otro lugar digno de visitar.

El Languedoc-Rosellón es, en definitiva, un lugar muy variado que se presta a viajes muy distintos, tanto si es para hacer senderismo, bici de montaña, mar o visitar castillos y aprender sobre historia. Es fácil que guste a cualquier viajero.

3 comentarios

  1. Míriam 24 noviembre 2013
  2. Angelica 8 abril 2014
  3. Viajes a la India 6 junio 2015

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