Relax en Kasane y regreso a Sudáfrica

He aquí un nuevo relato del viaje a Botsuana. Tras hacer un safari por el parque nacional del Chobe y nadar en las cataratas Victoria, nos tomamos un merecido día de relax antes de emprender el camino de vuelta a Johannesburgo.

Esa mañana no sonó la alarma a horas intempestivas, ni teníamos ningún plan previsto. Cuando viajas, a menudo te olvidas de que estás de vacaciones y, no sé si son cosas de la edad, pero cada vez necesitamos tomarnos los viajes con más calma, así que ese día lo dedicamos a no hacer nada.

Aunque, si os somos sinceros, el supuesto día de descanso estuvo a punto de convertirse en un safari por las Nxai Pans con noche bajo las estrellas, como en el Desierto Blanco en Egipto. Sin embargo, el inicio de la temporada de lluvias hizo que el día anterior se anulara ese plan. «Es posible que si nos adentramos en el parque nos quedemos atascados y no podamos salir de allí en días», nos había comentado el guía de Elephant Sands el día anterior. Rápidamente empezamos a mirar alternativas, estuvimos barajando la posibilidad de ir hasta Gabarone y explorar los poblados de la zona, pero Gabarone está muy lejos de Kasane y lo descartamos por falta de tiempo.

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Uno de los animalillos del centro Caracal en Kasane

Así que, sin prisa pero sin pausa, desayunamos en el hotel y más tarde salimos a dar una vuelta por Kasane a ver qué había por allí. El centro urbano de Kasane es muy pequeño, apenas una calle principal con todos los hoteles y un par de minicentros comerciales. Un edificio un poco escondido alberga la oficina de turismo de Botsuana en la ciudad y una de las oficinas de turismo más inútiles con las que nos hemos topado en nuestra vida viajera. En el local solo había unos cuantos folletos de hoteles y empresas de safari, y la persona al cargo tampoco fue de mucha ayuda, ya que no supo qué recomendarnos hacer ese día en la zona. Lo único que nos sugirió fue ir a la isla de Impalila en Namibia, pero lo descartamos porque eso suponía tener que volver a atravesar fronteras.

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Esta serpiente se la encontraron en un hotel de lujo O_O¡

Al final decidimos dar una vuelta por la zona para ver qué encontrábamos. En la carretera de Kasane al aeropuerto vimos un cartel rudimentario que señalaba el centro de biodiversidad Caracal y decidimos entrar a mirar. En este edificio pequeño se encargan de rescatar todos los animales que se encuentran en malas condiciones y fuera de su hábitat natural. Una de las zonas interesantes del centro es el de las serpientes. Normalmente, cuando un hotel o un particular encuentra una serpiente (y sobre todo si son venenosas) se ponen en contacto con el centro Caracal y ellos se hacen cargo de las serpientes hasta que las vuelven a introducir en la naturaleza.

Además, en este centro se puede hacer una visita con uno de los cuidadores que te explica con detalle el trabajo que hacen allí y qué animales tiene acogidos en esos momentos.

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Otra serpiente venenosa…

Por la tarde, de vuelta en el hotel, contratamos una excursión en canoa inflable por el río Chobe para hacer un poco de ejercicio. A las tres de la tarde ya estábamos cargando con la balsa hasta el embarcadero con nuestro guía y en el horizonte vimos que se acercaban unos nubarrones peligrosamente. Pues bien, tras 45 minutos remando no empezó a llover, sino que empezó a diluviar. Volvimos remando a toda velocidad hasta el embarcadero como buenamente pudimos, pero cuando por fin salimos del río, parecía que nos habíamos caído al agua de lo empapados que estábamos. No quiero imaginarme qué hubiera pasado si esa lluvia torrencial nos hubiera pillado en las Nxai Pans. Fue una manera un poco agridulce de despedirnos de Kasane y de Botsuana, porque al día siguiente emprendíamos el camino de regreso a Johannesburgo.

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En canoa por el río Chobe antes de que nos cayera el diluvio universal

A las cuatro y media de la madrugada nos levantamos para poder estar en marcha a las cinco, acompañados de los primeros rayos de sol: nos esperaba un largo día de carretera.

Al salir de Kasane conducimos con especial atención, ya que se cruza por una zona con alta concentración de animales salvajes. Si durante casi todo el viaje a Botsuana no tuvimos ningún contratiempo en la carretera, ese día rompimos las estadísticas. A los pocos kilómetros de salir de Kasane, primero estuve a punto de atropellar un águila a la que le dio por volar muy bajo. Luego, en la carretera de Kasane a Nata (que estaba en obras) vimos que se había producido un horrible accidente de tráfico: un camión enorme se había salido de la carretera y había volcado. El conductor había muerto, pero nos extrañó ver que alrededor había decenas de personas mirando, y no sabíamos de dónde había salido tanta gente porque estábamos en un paraje desértico y no había coches parados alrededor…

Más tarde vimos que delante nuestro paraban dos camiones de gran tonelaje y los conductores se bajaban y empezaban a darse tortazos en medio de la carretera nacional. Cuando uno conduce por Botsuana tiene que ir con los cinco sentidos porque no sabe nunca qué se puede encontrar (!).

Paramos a desayunar en Nata, más tarde paramos a comer en el Wimpy de Palapye y, finalmente, pasadas las tres de la tarde, pasábamos la frontera de Botsuana con Sudáfrica. Los trámites fronterizos fueron mucho más rápidos y tuvimos menos complicaciones que en al entrar en el país (porque la experiencia es un grado).

Esa noche decidimos alojarnos en un hotel de carretera que estaba a un par de kilómetros pasada la frontera, ya en Sudáfrica. La paliza en coche de ese día había sido importante, así que quisimos hacer parada antes de que se nos hiciera de noche.

 

El hotel Big Fig Inn no está nada mal y recuerda un poco a los moteles de las películas estadounidenses. Las habitaciones son bastante nuevas, están limpias y son cómodas. Está en una zona en la que no hay nada que hacer, pero por lo menos hay un pequeño supermercado donde comprar algo para picar. Obviamente, en el supermercado hay que pagar con rands, pero si no tenéis suficientes, podéis pagar con tarjeta de crédito (haciendo una compra mínima).

Tocaba descansar esa tarde, antes de emprender la marcha el día siguiente hacia nuestra última parada del viaje a Johannesburgo, Botsuana y las cataratas Victoria: el Sun City Resort. ¿Qué es, qué es? Ah… ya lo veréis…

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