Qué ver un día en Bogotá

El 30 de octubre de 2022 iniciamos un viaje a Colombia de 20 días. En esta serie de entradas contamos todo lo que hicimos y cómo fue todo, con los datos necesarios por si quieres hacer el mismo viaje o uno parecido. En esta primera parte, te contamos cómo fue la llegada a Colombia y qué ver un día en la ciudad de Bogotá.

Después de la pandemia de 2020 y los miedos residuales de 2021, teníamos muchas ganas de hacer un gran viaje y escogimos Colombia. Este país del norte de Sudamérica estaba en nuestra lista de futuros viajes desde hacía tiempo porque nos habían hablado muy bien de él. Colombia es un país enorme, con un montón de atractivos, mucha naturaleza, ciudades y poblaciones con mucha historia y paisajes muy variados e impresionantes. Además, en junio encontramos unos vuelos baratos, ya que nos salieron por unos 600 euros por persona de Madrid a Bogotá. Al hablar con familiares y conocidos, nos quedó claro que sobre Colombia aún pesan algunos prejuicios que lo tildan de «país peligroso». Todo eso nos hizo tener algunas dudas, pero decidimos espantar esos miedos infundados y nos fuimos para allá. Como verás en esta y las próximas entradas, no tuvimos ningún problema durante el viaje y en ningún momento tuvimos sensación de peligro. Todo lo contrario. Con esta crónica esperamos aportar nuestro granito de arena para acabar con esos prejuicios y que más gente se anime a visitar este país.

Vuelo a Bogotá, Colombia

El vuelo a Bogotá con Iberia

 

DÍA 30 DE OCTUBRE: ¡Empieza el viaje!

Tomamos el vuelo de Barcelona a Madrid a las 12 del mediodía y a las 16:20 salía el avión de Iberia de Madrid a Bogotá. Durante el vuelo, leímos novelas, jugamos a videojuegos y vimos películas como Todo a la vez y en todas partesMadres Paralelas. Tras 9 horas y media de vuelo, llegamos a la capital colombiana a las 8:30 de la tarde hora de allí y nos pusimos a la cola para el control de inmigración. Como ya habíamos hecho la gestión en la página web del gobierno de Colombia, el proceso en sí fue muy rápido. Solo mostramos con el móvil la imagen del certificado de vacunación Covid, la imagen conforme habíamos hecho el registro en la web de migración, nos pidieron el pasaporte y las típicas preguntas. Por cierto que ahora ya no piden que hagas el visado por la web, solo tienes que presentar el pasaporte y listo. Por desgracia, a esa hora debieron juntarse varios vuelos y se formó una cola bastante larga. Además, intentamos comprar una tarjeta SIM en el aeropuerto pero al final en la tienda no les funcionaba el sistema. Total, que salimos del aeropuerto a las diez de la noche. También sacamos algunos pesos colombianos de un cajero automático y nos hicimos la idea de que aprox. 4500 pesos colombianos equivalían a un euro.

Nos fijamos en que alguien se había olvidado la tarjeta de crédito sobre uno de los cajeros. Se lo dijimos a los empleados de una oficina de cambio que había al lado y nos dijeron que la dejáramos encima del cajero, que los de seguridad ya la recogerían (esperemos que así fuera). Al salir del aeropuerto notamos que hacía más fresco del que nos imaginábamos. Esperamos un ratito y nos vino a buscar el taxista que habíamos reservado a través de nuestro alojamiento. En unos 20 minutos nos dejó en la puerta. Por el camino, nos fue contando cosas y pasamos por la carretera de circunvalación que rodea la base del cerro de Monserrate, que estaba muy oscura y casi desierta a esa hora. Como íbamos a partir hacia Villa de Leyva en dos días, nos propuso recogernos para llevarnos hasta allí. Y como nos dijo que el tráfico hacia las 8-9 de la mañana en la ciudad es caótico, nos recomendó madrugar mucho: ¡nos esperaría a las cuatro y media de la madrugada! Así llegaríamos hacia las ocho a Villa de Leyva, nos aseguró. Ya que también nos avisó de que en la carretera que conduce ahí a veces hay derrumbes (!) y eso puede provocar más atascos.

En Bogotá nos alojamos en la Casa Aranjuez, unas habitaciones alrededor de un patio en un edificio antiguo, en la calle 10 del barrio de La Candelaria. Las habitaciones son grandes y los techos altos. Hay nevera, sartenes y platos por si quieres cocinar, aunque el fogón es muy de camping. También había calefacción y colchas extras, que nos vinieron muy bien porque hacía bastante frío (y somos frioleros).

Alojamiento en Bogotá: Casa Aranjuez

Patio central de la Casa Aranjuez, nuestro alojamiento en Bogotá

 

DÍA 31 DE OCTUBRE: Bogotá

La ventana de nuestra habitación daba a la calle y hacia las 5 de la madrugada ya se colaba la luz del alba por un punto. Además, empezamos a oír ruidos en la calle como las palomas y algunos coches que empezaban a circular. En realidad, seguramente fue el jet-lag que nos despertó antes de tiempo.

Hacia las 7:30 nos preparamos para salir sin lavarnos el pelo porque no había secador y a esa hora hacía unos 7 ºC de temperatura en la calle. Aun así, teníamos muchas ganas de empezar a explorar la ciudad. Bogotá es una ciudad descomunal de más de 7 millones de habitantes, situada en un altiplano más o menos en el centro del país. Al salir a la calle empinada el cielo estaba medio despejado y vislumbramos un poco la ciudad extendiéndose hacia el horizonte, con algunos rascacielos aquí y allá. El barrio de La Candelaria donde estaba nuestro alojamiento es el centro histórico de la ciudad y todos los atractivos principales están muy cerca entre sí.

Casa colonial del barrio de La Candelaria en Bogotá

Casa colonial del barrio de La Candelaria en Bogotá

Para empezar el día, fuimos al Arte y Pasión Café Escuela de Baristas de la calle 11 y tomamos un café vienés con mucha nata y un café mocca que estaba algo amargo por el chocolate, pero calentito y bueno. A lo largo del viaje probamos muy buen café y hasta visitamos una plantación, pero de eso ya hablaremos en una futura entrada. Para empezar, este no estuvo nada mal. En esta cafetería sirven café de muchas regiones de Colombia. El nuestro lo acompañamos con un trozo de pastel de zanahoria y otro de chocolate y plátano, todo muy bueno.

Desayuno de café y tarta en Escuela de Baristas, Bogotá

Los cafés y las tartas que nos tomamos en la Escuela de Baristas

Al salir, en la calle hacía mucho sol y, de hecho, se notaba un cambio de temperatura brusco entre estar a la sombra y al sol. En muchas esquinas había puestos ambulantes de arepas y fruta, y me entraron ganas de probarlo todo. A lo largo del viaje acabamos probando muchos tipos de arepas y descubrimos que en cada región son ligeramente distintas. Por ejemplo, en Bogotá estas tortitas de maíz eran muy gruesas. Luego fuimos en busca de una tarjeta SIM para tener internet durante todo el viaje. Consultamos Google Maps y anduvimos unas 15 calles en dirección norte hasta un garito oficial de la empresa de telefonía Claro. Compramos un chip de datos por unos 5000 pesos y luego lo cargamos para 20 días con unos 7 GB por 21000 pesos (unos 5€). Acto seguido buscamos una tienda donde vendieran secadores de pelo de viaje, pero no tuvimos éxito.

Anuncio en una casa del centro histórico de Bogotá

Nos hizo gracia ver este anuncio antiguo que aún se conserva en una casa del centro histórico de Bogotá

Después volvimos hacia la plaza Bolívar donde a las 10 iba a empezar el Free Tour por el barrio de la Candelaria. Como solo íbamos a estar un día, nos pareció una buena forma de ver todo lo esencial contando con las indicaciones de un autóctono. A esa hora de un lunes por la mañana, la plaza estaba llena de palomas y algunos transeúntes: dos policías en bici, gente sentada en los peldaños, paradas ambulantes de comida y dos alpacas para hacerte fotos. En el centro de la plaza parecían estar preparando un escenario para algún concierto. Ricardo fue nuestro guía durante la visita guiada del Free Tour y a lo largo de dos horas y media nos explicó muchas cosas del barrio, de la historia de Colombia y Bogotá, de la comida y hasta de literatura. El grupo estaba formado por otras 7 personas: una pareja y un chico de México, una pareja de Puerto Rico y una pareja de españoles que estaban en su último día de viaje por Colombia. Aprovechamos para preguntarles varios detalles de su viaje y nos dieron algunos consejos para la ruta que teníamos por delante.

Plaza Bolívar de Bogotá, Colombia

Plaza Bolívar de Bogotá, un lunes cualquiera por la mañana

La plaza Bolívar es muy amplia y combina arquitectura colonial y moderna. Ricardo empezó explicando cuáles eran los edificios que rodean este centro neurálgico del poder político de Colombia: el Congreso a mano izquierda, la Casa de la Justicia a la derecha, el Palacio Liévano que alberga el ayuntamiento al frente, y a nuestras espaldas la catedral Primada, con el Palacio del Arzobispado al lado.

Casa de la Presidencia, Bogotá

Capitolio Nacional, sede del Congreso de la República

El guía nos contó que el edificio de la Casa de la Justicia es el más nuevo de la plaza, ya que en 1948 se incendió durante los disturbios de «el Bogotazo» y luego en 1985 se produjo otro incendio durante un acontecimiento brutal: la guerrilla del M-19 había tomado como rehenes a los funcionarios del interior para forzar al gobierno a cumplir los pactos que habían firmado años antes. El ejército rodeó el edificio y un tanque entró a la fuerza para disparar contra los guerrilleros, después de que la policía hubiera logrado sacar a varios de los rehenes. Algunos de estos guerrilleros no fueron juzgados y llevan desaparecidos hasta la actualidad. También se dice que por influencia de Pablo Escobar, el célebre narcotraficante, uno de los tanques luego disparó munición incendiaria contra el edificio y lo dejó en ruinas para así destruir registros que lo incriminaban. Nos quedamos flipando.

Luego entramos en el recinto detrás del Congreso, donde está la Casa de la Presidencia o Casa Antonio Nariño y donde vive el presidente de la República de Colombia. Según nos contó Ricardo, habían abierto el paso a turistas desde hacía solo dos meses.

Edificios gubernamentales del centro de Bogotá

Detrás del Capitolio Nacional, con el Edificio Nuevo del Congreso al fondo.

Luego pasamos por la casa de Manuelita Sáenz, en la calle 10, que tuvo como amante a Simón Bolívar. Actualmente la casa es parte del Museo de Trajes, donde se exponen vestidos regionales de la historia de Colombia. Ricardo aprovechó para contarnos un poco por encima la vida de Simón Bolívar. Como alguien del grupo había visto una serie de televisión sobre su vida, y ya se sabe que a veces las series tienden a glorificar a los personajes históricos, el guía nos contó sus claroscuros y fue muy interesante. Por ejemplo, al parecer, Bolívar fue un mujeriego que dejó unos 30 hijos a los que no reconoció, y también fue un tipo cruel que tras la batalla mandó ir al hospital donde estaban los enemigos heridos y matarlos a todos a cuchillo. Al final tuvo que huir cuando intentaron asesinarlo y escapó por una ventana frente a la que nos detuvimos. Su plan era huir a Francia, pero acabó muriendo en el norte de Colombia, en Santa Marta (más adelante en el viaje pasamos por allí). También pasamos por delante del teatro Colón y la casa de Rafael Pombo, que escribió muchos poemas y fábulas que los niños colombianos suelen aprender en el colegio. Ricardo hasta nos recitó uno que se sabía de memoria.

Casa de Manuelita Saenz, Bogotá

Casa de Manuelita Sáenz, hoy parte del Museo de Trajes. Al fondo se ve un poco el cerro de la Virgen.

Giramos para subir por la calle 11, donde el guía nos contó que el museo Botero es de entrada gratis por petición expresa de este famoso pintor y escultor. Poco después llegamos a un punto donde se veía bien el cerro Monserrate y el cerro de la Virgen, donde hay una iglesia en honor a la patrona de Bogotá: la Inmaculada Concepción. Nos explicó que hay unos 1600 peldaños para subir a pie a Monserrate, y que hay devotos que lo hacen de rodillas. También se puede subir en funicular y teleférico. Dice la leyenda que si sube una pareja junta, se acabará separando (!). El cerro está a unos 3000 metros de altura, 500 metros por encima de Bogotá.

Luego fuimos paseando hasta la plaza del Chorro de Quevedo, donde se dice que el conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada fundó la ciudad en 1538. Este punto era el lugar donde los muiscas, los habitantes originales de la zona, tenían una de sus capitales, Bacatá, que acabó dando nombre a la ciudad como Santafé de Bogotá. Había varios bares y Ricardo nos contó sobre la chicha (bebida alcohólica de maíz fermentado que en un principio se mascaba y escupía). Otro motivo importante por el que se fundó la capital aquí es que el clima más fresco del altiplano era más parecido al de España y no había mosquitos ni enfermedades tropicales.

Plaza Chorro de Quevedo, BOgotá

Un rincón de la plaza del Chorro de Quevedo. Las casas bajas y de origen colonial parecen fuera de lugar en esta enorme ciudad.

En la zona alrededor de esta plaza había tiendas y bares, y muchos graffitis o murales muy espectaculares. Las casas en esta zona suelen ser bajas, como en el resto del barrio de La Candelaria. Se notaba un ambiente genial y me habría gustado volver al caer la noche, para tomar algo en alguno de los bares y terrazas. Mientras admirábamos el arte callejero, Ricardo nos contó que hace unos años la policía disparó a un grafitero por la espalda, y más tarde vino el cantante Justin Bieber y le dio por hacer un graffiti y entonces sí le dejaron y la policía lo escoltó y todo. Esta diferencia de trato provocó tanto revuelo en la ciudad que ahora los grafiteros están mucho más tolerados.

Arte callejero en Bogotá

Arte callejero en una tienda de ropa por la zona de la plaza del Chorro de Quevedo

También pasamos por delante de la casa de Policarpa Salavarrieta, también llamada «La Pola». Fue una chica de personalidad fuerte que espió las reuniones de las clases altas para avisar a los rebeldes campesinos en el siglo XIX. Fue una apasionada revolucionaria y murió luchando por la independencia de su país. Curiosamente, el apodo de esta heroína colombiana se asoció a la cerveza a partir de 1910. Ese año, para celebrar el centenario de la independencia de Colombia, una empresa llamó «La Pola» a sus cervezas y se hicieron tan populares que aún hoy mucha gente llama «Pola» a la cerveza.

Mural en una calle de Bogotá

Mural en la zona de la plaza Chorro de Quevedo

Finalmente la visita terminó en el Parque de los Periodistas, una de las fronteras de la antigua Bogotá que antaño comprendía solo el barrio de La Candelaria. Esta frontera era un río que bajaba del cerro de Monserrate y que taparon haciéndolo subterráneo porque había chabolas y drogadictos. Mucho más tarde, en este parque se reunían los periodistas para celebrar sus tertulias, entre ellos Gabriel García Márquez. Este famoso novelista fue columnista de un periódico crítico con el gobierno, hasta el punto que tuvo que exiliarse a México. Ricardo terminó la visita con varias recomendaciones de platos típicos bogotanos.

Plaza de los Periodistas en Bogotá

La plaza de los Periodistas, con el cerro Monserrate y su iglesia al fondo. Aquí ya se estaba nublando.

 

Después de la visita guiada por Bogotá

Yo quería comer un ajiaco o probar el chocolate santafereño con queso fundido. Sin embargo, después de la comida rápida del aeropuerto de Barajas y del vuelo, estábamos un poco empachados. Para contrarrestar todo eso, comimos en el restaurante vegetariano Quinua y Amaranto, que tenía un menú único de 5€ por persona. Ese día había puré de brócoli con quinoa, macarrones a la boloñesa vegetariana con ensalada y de postre compota de manzana. Comimos tan bien que, de hecho, el puré de brócoli con quinoa lo cocinamos ahora en casa desde que lo probamos ese día. El restaurante es un poco estrecho, pero acogedor. Comimos en una mesa compartida porque no había más sitio, mientras afuera empezaba a llover.

Plato de pasta vegetariano en el restaurante Quinua y Amaranto de Bogotá

Plato de pasta boloñesa vegetariana y ensalada en Quinua y Amaranto

 

Octubre y noviembre son los meses de más lluvia en Colombia, pero nosotros tuvimos bastante suerte en este viaje. Además de que varios autóctonos nos confirmaron que el clima está cambiando mucho desde hace unos años. Para evitar la lluvia, esa tarde luego fuimos al museo Botero, que también contiene pinturas de Picasso, Miró, Monet y otros artistas. Contemplar las obras de este pintor y escultor de fama internacional fue muy divertido y relajante. También vimos cuadros de un pintor hiperrealista en una exposición temporal.

Pinturas de Botero

Varias pinturas de Botero con su estilo tan particular

 

Después fuimos a un supermercado y compramos champú, espuma de afeitar, agua, plátanos y un secador de pelo de viaje. También descubrimos que hay dos tipos de aguacate. El «Hass» que comemos en Europa y otro más grande y de piel lisa y verde que es el que se come más en Colombia porque está más rico. Más adelante en el viaje nos contaron que el aguacate «Hass» se cultiva sobre todo para exportar, porque es el único de los dos que puede aguantar el viaje en barco.

Aguacates en un supermercado de Bogotá

Aguacates de los buenos a menos de 1 euro el kilo

Luego volvimos al hotel cargados y un poco cansados. Aun así, a las 17:30 ya estábamos recuperados y, como ya no llovía, salimos de nuevo para ir a merendar a La Puerta Falsa. Este histórico pero diminuto local está delante de la puerta lateral de la catedral y es famoso por el chocolate santafereño que sirven acompañado de pastas y… ¡queso! Lo típico es trocear el queso y meterlo en el chocolate caliente para que se funda un poco. Mientras disfrutábamos del chocolate, varios niños disfrazados con trajes de Halloween entraron para pedir caramelos a los empleados. «¡Queremos paz, queremos amor, queremos dulces por favor!», les decían muy sonrientes. En la calle había muchas familias y niños paseando con los disfraces y se notaba un ambiente relajado de celebración.

Merienda de chocolate y queso en La Puerta Falsa, Bogotá

Merienda de chocolate santafereño con queso y bollos en La Puerta Falsa

Después volvimos al hotel y esta vez ya no salimos. De hecho, nos fuimos a dormir antes de las nueve de la noche (!). Aun así, seguimos sin dormir demasiado bien debido a los ruidos de la calle y tal vez el jet-lag. A mí me daba pena no haber podido ver más de Bogotá. Querríamos haber visitado otros barrios y museos, por lo menos el famoso Museo del Oro, pero al ser lunes, estaba cerrado. Aun así, al día siguiente partíamos hacia el norte, hacia la bonita población colonial de Villa de Leyva. ¡No te pierdas el próximo capítulo de este viaje de tres semanas por Colombia!

 

Datos de interés:

Hotel Bogotá Casa Aranjuez: 250,000$, 2 noches (efectivo)

Agua grande: 2,500$ (tarjeta de crédito)

Desayuno en Arte y Pasión café: 26,000$ (tarjeta de crédito)

SIM de datos Claro: 5,000$ (efectivo)

Recarga SIM: 21,000$ (efectivo)

Free Tour Bogotá: 90,000$ de propina voluntaria (efectivo)

Restaurante Quinua y Amaranto: 22,000$x2 (tarjeta de crédito)

Restaurante La Puerta Falsa. Chocolate santafereño: 9,000$x2 (efectivo)

Arte callejero en la plaza de los Periodistas de Bogotá

Arte callejero en la plaza de los Periodistas de Bogotá

2 comentarios

  1. Sergio 28 octubre 2023
    • Isabel & Xavier 21 noviembre 2023

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