Nueva Delhi en un día

Todo llega a su fin y aquel día era nuestro último día del viaje a la India. Para acabar con nuestro periplo indio, decidimos dejar la gran capital para el final, aunque se preveía una visita un tanto descafeinada. El 26 de enero se celebra el día de la República y, al ser festivo, todos los comercios y empresas están cerrados y las calles se quedan vacías.

Nos levantamos un poco tarde y, tras desayunar, cerramos las maletas, las metimos en el Ambassador y nos pusimos en marcha hacia el Swaminarayan Akshardham. La cosa fue que visitamos otro templo pensando que era ese (pero que en realidad era el Birla Mandir), y lo peor es que no nos dimos cuenta. No sé si es que hubo un problema de comunicación o si el conductor decidió llevarnos a un templo cualquiera para no tener que llevarnos hasta las afueras. Enric y Marta me habían recomendado visitar el Swaminarayan Akshardham por ser uno de los más sagrados de la ciudad y además porque tiene una tienda donde comprar suvenires que también venden en el Natura pero a precios indios. Lástima, la próxima vez será.

Templo Birla Mandir, Delhi

El Qutb Minar data de los primeros años de islamismo en la India y lo que más destaca de todo el recinto es el alminar de Qutb que tiene 73 metros de altura. Todo el recinto está construido en piedra arenisca y tiene grabados muy bonitos. También tiene unas puertas dolorosamente bajas en las que me di no uno, si no dos golpes en la cabeza.

Las calles de Delhi estaban desiertas y en los pocos monumentos abiertos apenas había visitantes dentro, así que los desplazamientos de un monumento a otro eran muy rápidos, pero teníamos la sensación de estar en una ciudad un tanto irreal, nada que ver con la vida cuotidiana.

Qutb Minar, Delhi

El Lotus temple es un poco extraño. Tiene la forma de una flor de loto semi-abierta (flor nacional de la India) y una larga cola de visitantes aguardaban su turno para entrar. Para que el orden y el zen se mantuvieran, había unos voluntarios para asegurarse de que se guardaba el silencio y la fila de uno.

Cuando finalmente conseguimos entrar en el interior del templo, no sabíamos qué hacer allí. Se supone que es un lugar para la meditación y la concordia de las religiones, pero quizás no teníamos el modo meditación “on”. El templo por dentro es bastante neutro, tirando a feo. Es como una iglesia construida a finales del siglo XX.

Una de las cosas que más me mosquearon de Delhi fue que la gente no tiene reparos en lanzarte miradas inquisitivas, es como cuando estábamos haciendo cola para recoger los zapatos en el templo de loto, o como cuando salíamos, que todos los visitantes de la cola se nos quedaron mirando y nos hizo sentir un poco incómodas.

Lotus temple, Delhi

Sin embargo, en la Tumba de Humayun nos sentimos la mar de bien por su belleza y la tranquilidad que se respira. Merece la pena pagar las 250 rupias de la entrada para disfrutar de una temprana arquitectura mongola que recuerda al Taj Mahal. La tumba fue construida para Haji Begum, esposa del emperador Humayun en el siglo XVI.

La tumba está rodeada de jardines y estanques y ha sido declarada patrimonio de la humanidad. Allí había poca gente y se estaba más tranquilo que en templo de loto. Aun así, se nos seguía acercando gente para preguntarnos si podían hacernos fotos o si podían hacerse una con nosotras. Eso fue una constante del viaje que llegó a su máximo exponente en la Jama Masjid.

Tumba de Humayun, Delhi

La Jama Masjid es la mezquita más grande de toda la India, en la que pueden llegarse a dar cita 25 000 fieles. Para entrar hay que pagar 200 rupias y nos obligaron a ponernos una túnica a pesar de ir con pantalón largo y manga larga, así que nuestra visita allí no la empezamos con muy buen pie.

La mezquita está en la zona conocida como Old Delhi, la parte antigua de la ciudad, y se construyó entre 1644 y 1658. Para subir las escaleras que conducen a las zonas de oración hay que quitarse los zapatos. Por norma general, la gente los llevaba en la mano o en bolsas de plástico, pero a nosotras nos hicieron dejarlos en la entrada. Quizás nuestro calzado era más impuro que el resto. Sonia pasó de dejarlos fuera y no entró. Yo me descalcé, pero mientras estuve dentro no me sentí nada cómoda porque todo el mundo me miraba de una manera que no me gustaba, así que no tardé mucho en volver con Sonia.

Jama Masjid, Delhi

Durante toda la visita a la mezquita, todo el mundo se nos acercaba a pedirnos si podían hacerse una foto con nosotras, pero es que si te parabas para hacerte una foto con uno, enseguida se formaba una fila de 20 personas que querían hacer lo mismo y acababas rodeada de gente que observaba la escena como si fuéramos bichos raros. Fue muy incómodo y muy agobiante. Al final decidimos salir de allí pitando porque estábamos hartas de la gente, lo que llegó a sacar lo peor de nosotras.

Para contrarrestar la situación anterior, decidimos ir a presentar nuestros respetos a Gandhi. El Raj Ghat es el lugar donde Gandhi fue incinerado el 31 de enero de 1948. El monumento es bastante simple, pero tiene mucha fuerza. Para entrar también hay que descalzarse y dejar los zapatos en la consigna. El monumento conmemorativo está en unos enormes jardines en los que vimos a muchas familias disfrutando de una tarde festiva.

Jama Masjid, Delhi

Tras la visita, le pedimos al conductor si nos podía llevar a algún sitio para comer que estuviera bien. Nos llevó a un restaurante situado en los bajos de un edificio de apartamentos que tenía muy buena pinta. Entre la calidad del sitio y que estábamos en la gran capital, nos fijamos en que los precios eran más caros que en el resto del país. Para ser nuestra última comida en la India, acabamos comiendo comida china (!). Sin embargo, no me importó porque me apetecía comer algo que no fuera curry o picante.

Cuando salimos del restaurante, no sabíamos qué hacer. Ya era tarde para ir a ver otro monumento, pero aún era demasiado pronto para ir al aeropuerto, ya que nuestro vuelo no salía hasta la una de la madrugada y, al ser festivo, estaba todo cerrado. Además, para más inri, nuestro chófer nos dijo si nos podía dejar en el aeropuerto a las seis porque así él podía coger el autobús de las ocho para ir a Jodhpur y estar con su familia.

Jama Masjid, Delhi

Al principio nos sentó un poco mal el chantaje emocional y tampoco queríamos estar más de siete horas en el aeropuerto, pero finalmente, al ver que tampoco no sabíamos qué hacer, le dijimos que nos llevara para allí. Y ahí nos fuimos, cargando las maletas para afrontar la larga espera con toda la paciencia del mundo. No obstante, los militares que hay en las puertas de entrada no nos querían dejar pasar porque teóricamente no se puede entrar en la terminal hasta dos horas antes del vuelo. Entonces ahí desplegué todo mi encanto y le dije a uno de ellos: “No pretenderá usted hacernos esperar aquí fuera cinco horas con el frío que hace, ¿verdad?” (léase con carita de pucheros infalibles), y nos dejó pasar. Por cierto, que para entrar en el aeropuerto es necesario tener una copia del billete de avión, si no, los militares no te dejan pasar.

Hasta dos horas antes de salir el vuelo no te dejaban facturar y la zona de espera del aeropuerto de Delhi no tiene mucho entretenimiento. A las diez y media pudimos facturar y entrar en la zona de embarque, donde hay un montón de tiendas y restaurantes. Para la última cena me apetecía probar el menú vegetariano de McDonnald’s, pero no pudimos porque no aceptaban tarjeta de crédito. Así que acabamos en un restaurante comiendo un club sándwich con bacon y dimos punto final a nuestros días vegetarianos.

Tumba Gandhi, Delhi

Como colofón final, decidimos darnos un masaje en una tienda la mar de fashion, en la que había un señor tocando un instrumento tradicional indio. Al final tuvimos que correr después del masaje porque cuando acabamos ya estaban embarcando. Fue el broche final a un viaje lleno de contrastes. De cosas maravillosas y bofetadas de cruda realidad. La India no deja indiferente a nadie, y creo que todo el mundo debería ir para formarse su propia opinión. Eso sí, en mi humilde opinión, cuando uno esté un poco curtido, porque de lo contrario puede ser muy duro.

Tumba Gandhi, Delhi
Datos de interés:
Hotel Godwin Deluxe: 2340 rupias (36,90€)
Qutb Minar: 250 rupias (3,93€)
Lotus temple: gratis
Tumba de Humayun: 250 rupias (3,93€)
Mezquita de los pesados: 200 rupias (3,15€)
Monumento conmemorativo de Gandhi: gratis
Restaurante Pindi. Pandara Road Market, 16. Veg, sering roll: 190 rupias (3€), sweet sour crispy noodles: 225 rupias (3,55€), mango lassi: 140 rupias (2,2€)

Delhi

10 comentarios

  1. José Carlos DS 5 octubre 2011
  2. Bet 5 octubre 2011
  3. Cool 5 octubre 2011
  4. Babyboom 6 octubre 2011
  5. míriam 6 octubre 2011
  6. Carfot 6 octubre 2011
  7. Purkinje 7 octubre 2011
  8. Fran 7 octubre 2011
  9. Victor 8 octubre 2011
  10. Isabel (Diario de a bordo) 10 octubre 2011

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