Jodhpur express (en menos de un día)

Esa mañana tocaba madrugón, porque sólo teníamos 6 horas para visitar Jodhpur. No sé por qué nos dimos tan poco tiempo para ello, pero luego me di cuenta de que este fue uno de los grandes errores del viaje: el querer abarcar más de lo sensatamente aconsejable. A las siete en punto nos levantamos y desayunamos un rato más tarde. Con la calma tradicional india, los cocineros tardaron 30 minutos en prepararnos un sándwich de queso y tomate, lo que me dejó pensando en cuánto hubieran tardado si les hubiéramos pedido un pollo tandoori.

Jodhpur, India

Como no teníamos mucho tiempo, optamos por el plan simple: visitar el fuerte, bajar hasta la ciudad a través de sus callejuelas de color azul y visitar el mercado el tiempo que tuviéramos disponible. A las ocho salimos a la puerta del hotel en busca de un tuk-tuk que nos llevara al fuerte y el conductor nos intentó convencer de que lo contratáramos para todo el día, pero tampoco tenía mucho sentido con el plan que habíamos trazado. El problema vino cuando en lugar de decirle que nos llevara al fuerte, me lié y le dije que nos llevara al palacio (!) y el hombre se puso en marcha sin decir ni mu.

Jodhpur, India

Cuando llegamos al palacio, me sorprendió que las vistas que había desde allí fueran modernas urbanizaciones a medio construir. Por lo que había visto en blogs amigos, tenía que haber una estampa más auténtica que esa, pero el tuk-tuk nos dejó allí tiradas y se fue. El palacio de Chittar es un edificio que me recordó mucho al palacio de Montjuïc. Construido exactamente el mismo año, en 1929, alberga un museo y un hotel de súperlujo.

Pues allí estábamos a las ocho y media de la mañana, tiradas en un lugar por el que no pasaba ni un alma. Decidimos acercarnos al hotel de lujo para ver si podíamos llamar a un taxi, pero los vigilantes de la puerta no nos dejaron ni atravesar la verja de seguridad. Nos dijeron que si queríamos un taxi, bajáramos un kilómetro cuesta abajo hasta el pueblo, que la chusma como nosotras no podíamos poner ni un pie en ese recinto tan exclusivo. La verdad es que fueron más que desagradables y muy clasistas.

Jodhpur, India

Pues nada, bajamos caminando la cuesta hasta que llegamos a una zona en la que al menos había tráfico y en cuestión de minutos paramos un tuk-tuk. Sin embargo, el pobre hombre no hablaba nada de inglés (ni nosotras nada de hindi). Por suerte, pasaba por allí un señor que lo chapurreaba un poco y le dijo que nos llevara al fuerte.

Sin duda, la atracción estrella de Jodhpur es el Mehrangarh. El fuerte sigue siendo propiedad de los descendientes del marajá de Jodhpur y está muy bien conservado. Además, la entrada para extranjeros incluye una audioguía con relatos en español.

Mehrangarh Jodhpur, India

Durante el trayecto por las diferentes estancias del palacio se pueden observar objetos de la vida cotidiana del marajá. Una de las mejores cosas de estar en lo alto del Mehrangarh es poder ver la amalgama de casa azules que componen el casco antiguo de la ciudad. Ahí sí que puede ver la estampa típica de la ciudad. ^^

Tras la visita al fuerte, pusimos rumbo hacia el mercado bajando por el casco antiguo de la ciudad. Si se tiene tiempo, que no era nuestro caso, vale la pena perderse un poco por el barrio y fotografiar las diferentes tonalidades de azul con el que están pintadas las casas.

Jodhpur, India
El descenso desde el Mehrangarh hasta el mercado no se hizo muy largo. La Torre del reloj es el símbolo que da la bienvenida a la zona comercial de la ciudad. En la explanada del mercado, centenares de personas se movían arriba y abajo, regateando en los diversos puestos de verduras y telas. Nosotras compramos un pequeño fardo de incienso a granel en un puesto, pero os recomiendo que el incienso lo compréis de marca, porque ese que compramos no olía a nada.

Anduvimos curioseando por los diferentes puestos hasta que decidimos entrar en una de las diversas tiendas de suvenires que había allí. El dependiente, que era un chico de unos veinte y pico años, nos preguntó si habíamos ido solas o nos había llevado alguien. Al decirle que solas, nos contestó que así nos ahorraríamos en lo que compráramos la comisión del intermediario.

Jodhpur, India
Sonia quería comprarse un tapiz para su casa, pero no tenía muy claro el tamaño ni los colores ni nada, así que nos acomodamos en la tienda mientras me disponía a hacer de intérprete entre ella y el comerciante. Durante casi dos horas estuvimos en la tienda mirando toda clase de tapices y regateando el precio, que si más grande, que si de otro color, hasta que se decidió por el tapiz que más le gustaba, aunque ahí no acabó la cosa. En el preciso momento en el que uno decide qué comprar es cuando empieza el arte del regateo. Porque sí, es todo un arte.

Lo más curioso de esa tienda es que cuando llegabas a un precio, el dependiente decía que no podía bajar más y entonces hacía el paripé de preguntarle al yayo que había allí. Íbamos al oráculo para hacerle nuestra propuesta económica y él entonces dictaminaba muy seriamente que subiéramos el precio con un simple gesto de sus manos.

Jodhpur, India

Cuando Sonia finalmente llegó a un acuerdo, llegó mi turno. Quería comprar una caja chapada con alpaca que tenia aire de ser de cuarta mano, pero sinceramente a esas alturas no tenía muchas ganas de regatear (puesto que me había tirado un buen rato haciendo de intermediaria de Sonia), así que pasamos al abuelo directamente. Cuando le dije el precio que a mí me parecía bien, él rápidamente hizo un gesto con sus manos para que subiera el precio. Aunque no se esperó que mi oferta solo se incrementara una rupia. Eso le hizo gracia y me pidió que subiera, y le volví a subir otra rupia… así hasta cinco veces. “Ya regateas como un indio”, me dijo el dependiente.

Jodhpur, India

Finalmente le di mi precio final, y es que a la hora de regatear uno tiene que saber cuándo plantarse. El anciano me pidió que volviera a subir el precio y ahí le dije que no podía dar más y entonces me lo dio por mi último precio. Fue una experiencia muy enriquecedora y, por primera vez, disfruté del arte de regatear.

Jodhpur, India

Con tanta compra, tuvimos que ir corriendo al aeropuerto, pillamos un tuk-tuk para ir al hotel y allí ya nos estaban esperando para llevarnos al aeropuerto para ir a Delhi. A la llegada a Delhi, un conductor de Mahendra nos estaba esperando para llevarnos al hotel que nos había recomendado Mahendra, el Godwin Deluxe. El hotel está situado en una calle repleta de hoteles con los nombres en neón y a diez minutos caminando de la estación central de Delhi. El Godwin Deluxe es un hotel chocantemente moderno y con unas instalaciones increíbles. Cuando entramos en la habitación nos quedamos alucinadas y cuando vimos que la ducha tenía hidromasaje casi nos ponemos a llorar.

Esa noche la ducha fue eterna. Luego preparamos las bolsas para nuestra siguiente etapa del viaje. Por la mañana a las 4 saldríamos hacia el aeropuerto para volar a Amritsar.

Godwin Deluxe, Delhi India

Datos de interés:
Tuk-tuk
del hotel al palacio: 70 rupias (1,10€)
Entrada al fuerte de Mehrangarh: 300 rupias (4,7€), el precio incluye audioguía y el permiso para hacer fotos. Estudiantes: 250 rupias (3,92€). Visita guiada: 150 rupias (2,35€)
Recogida en el aeropuerto de Delhi por un conductor de Mahendra: 700 rupias (11€)
Hotel Godwin Deluxe: 2350 rupias (37€) la habitación doble con desayuno. Internet wifi 20 minutos: 50 rupias (0,8€)

Mehrangarh, Jodhpur India

11 comentarios

  1. míriam 5 septiembre 2011
  2. Anonymous 5 septiembre 2011
  3. Helena 5 septiembre 2011
  4. Babyboom 5 septiembre 2011
  5. memoriadepez 5 septiembre 2011
  6. M.C. 5 septiembre 2011
  7. Fran 5 septiembre 2011
  8. José Carlos DS 6 septiembre 2011
  9. Paco Piniella 8 septiembre 2011
  10. Isabel (Diario de a bordo) 9 septiembre 2011
  11. Carolina 2 octubre 2011

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