Escapada a Positano y a Pompeya

Este día era especial porque era el cumpleaños de mi compañero y había que celebrarlo, así que me confabulé con Fabio para tener un pastel de cumpleaños para desayunar. Lo que no me esperaba es que fuera Mateo cantando Happy Birthday quien lo trajera y acabara dándole dos besos para felicitarle. Fue una manera perfecta de empezar un día que fue de los mejores del viaje.

Sólo nos quedaban dos jornadas en la Campania y nos quedaban muchas cosas por visitar. Yo no quería irme sin haber visitado Positano y, obviamente, a Pompeya hay que dedicarle al menos medio día. Por lo tanto, en cuanto acabamos de desayunar subimos al coche para ir a Positano y tal vez a alguna población costera más. Luego, hacia el mediodía teníamos pensado volver para visitar las ruinas de Pompeya.

Positano

De Pompeya hasta Positano se tarda más o menos una hora y esta vez fuimos por la costa sorrentina. Como hacía sol y las vistas eran espectaculares, acabamos parando cada vez que encontrábamos un hueco en la estrecha carretera para contemplar las vistas y de paso fotografiarlas.

Positano es sin duda la localidad costera más pintoresca y famosa de la Campania, retratada por un sinfín de pintores y filmada en películas de Vittorio de Sicca o en superproducciones de Hollywood. Y es normal que atraiga. Todo el pueblo está situado en una abrupta roca donde las casas parecen que han sido esculpidas en la misma piedra.

Positano

El pueblo empieza en la misma carretera, en lo alto de la roca, y se extiende dos kilómetros hasta la playa por una carretera estrecha y serpenteante donde encontrar un sitio para aparcar es una odisea. ¡Pero lo conseguimos! A pesar de ser domingo, encontramos un hueco en la zona azul a «sólo» un kilómetro de la playa. También había aparcamientos privados, pero no sabría deciros a qué precio sale la hora.

Positano

Para visitar Positano, uno tiene que estar mínimamente en forma porque hay que subir y bajar bastantes escaleras. Muchas, cientos de peldaños que se pierden entre casas de múltiples colores, que esconden pequeñas rendijas que dan a un mar azul turquesa que quita el hipo. Cuando por fin consigues llegar a la Playa Grande, puedes admirar todo el conjunto de casas que parece que se te vayan a venir encima. Desde Positano también salen barcos con destino a Capri, pero ese día no porque el mar estaba muy movido.

Positano

Cuando volvíamos hacia el coche, estuvimos barajando la posibilidad de visitar Sorrento, pero es que Gemma, una amiga mía, me había contado que Sorrento está sobrevalorada y que era más chula Amalfi. Como no sabíamos qué hacer, preguntamos a un lugareño de Positano cuál de las dos ciudades era más bonita para él y nos dijo que él prefería Amalfi porque la catedral era muy bonita. No obstante, al final vimos la hora que era y decidimos volver a Pompeya.

Pompeya

Dejamos el coche aparcado en la puerta del B&B y fuimos andando a la entrada oeste, la que está delante de la estación de tren. Desde el B&B sólo se tarda unos 15 minutos, pero antes de entrar paramos en un restaurante de tavola calda (comida rápida) para comer alguna porción de pizza. Lo malo es que sólo encontramos uno en la calle turística de Pompeya (donde está el McDonnald’s y el Burger King) y la calidad de la comida no era muy buena. Así que con la comida indigesta en la barriga, seguimos caminando hasta la entrada principal.

Pompeya

Hay otra entrada al lado del anfiteatro, pero lo malo de entrar por allí es que no hay servicio de alquiler de audioguías. Aun así, tampoco hubiera sido necesario ir a la otra entrada porque el problema del servicio de audioguías es que sólo hay un puesto donde las alquilan y se tienen que devolver en el mismo lugar, por lo que es un gran inconveniente tener que volver a esa entrada simplemente para devolver el aparato.

La entrada a las ruinas de Pompeya cuesta 11 €. Hay una entrada combinada de tres días que te permite visitar los yacimientos arqueológicos de Pompeya, Herculano, Oplontis, Stabiae y Boscoreale por 20 €. De hecho, nosotros teníamos pensado comprar la entrada combinada porque al día siguiente queríamos visitar Herculano, pero sorprendentemente nos dijeron que ese fin de semana las visitas a todos los centros culturales eran gratuitas porque era el Giornate Europee del Patrimonio.

Ruinas Pompeya

La mañana del 24 agosto del 79 d.C., un repentino temblor interrumpió abruptamente la rutina de los habitantes de Pompeya. Esto fue seguido de una violenta erupción que propulsó fragmentos de roca ígnea volcánica solidificados a más de 20.000 metros de altura. El viento transportó la nube de ceniza y rocas y ésta descargó sobre Pompeya. En cuestión de horas, la ciudad quedó cubierta por tres metros de ceniza y rocas volcánicas. Los techos de la mayoría de las casas se derrumbaron por el peso y aplastaron a los que se habían refugiado en ellas.

Ruinas Pompeya

Aunque lo peor aún estaba por llegar. Al alba del día siguiente, el primer flujo piroclástico, compuesto de gas caliente y cenizas, golpeó Pompeya y mató por asfixia a todos los seres vivos que quedaban en la ciudad. Cuando ya no quedaba nadie, un segundo flujo golpeó con furia y destruyó la parte superior de los edificios. Los expertos han calculado que probablemente este segundo flujo viajaba a una velocidad de entre 65 y 85 kilómetros por hora. Finalmente, Pompeya quedó sepultada por unos 6 metros de cenizas y rocas, de los que sólo sobresalía algún que otro muro sobre la lava petrificada. Todo esto se sabe gracias a las cartas que Plinio el Joven envió a Tácito para narrarle la muerte de su tío Plinio el Viejo.

Ruinas Pompeya

Nada de lo que yo os pueda explicar sobre las ruinas de Pompeya pueden superar a las anotaciónes que Artus Silenis (el Viejo) hizo en su diario de viaje:

«La visita a Pompeya es una gozada si te gusta el mundo antiguo. Las ruinas están muy bien conservadas y muchos muros y columnas se restauraron con los fragmentos rotos (y hormigón en muchos casos). Por este motivo, no hay que hacer un gran esfuerzo de imaginación para poner las columnas o los techos que faltan, una mano de pintura, los antiguos pompeyanos paseando por las calles… ¡y así viajar unos 2.000 años en el pasado!

Ruinas Pompeya

Dos mil años son muchos, y por eso sorprende tanto, cuando ves, junto a una bodega milenaria, ¡un letrero pintado que te indica cuántos sestercios costaba una jarra de vino! O un mosaico en la entrada de una casa que representa un perro y donde se lee «Cave canem» (cuidado con el perro). O los numerosos termopolios con sus barras con cuencos de piedra donde los pompeyanos solían ir a comer todos los mediodías. O las marcas de las ruedas de los carros en los adoquines de las calles, o las panaderías con sus molinos para el grano y sus hornos, donde se encontraron 81 panes redondos carbonizados. O sus casas patricias, donde, si hay suerte y no hay otros turistas presentes, puedes sentirte un poco noble entre sus muros decorados con pinturas elegantes y altos techos, rodeando el impluvio y paseando por el jardín privado… Es como ser un espíritu que se pasea por las casas sin haber sido invitado y sin ser visto, por ejemplo cuando entras en los balnearios públicos y accedes a zonas que la mitad de pompeyanos nunca vieron: los vestidores para hombres o para mujeres. O cuando entras en el estrecho y un poco claustrofóbico lupanar, con las pinturas eróticas pintadas en las paredes.

Ruinas Pompeya

Finalmente, empieza a oscurecer en la antigua Pompeya, sopla un viento fresco y, con los pies destrozados después de estar caminando cuatro horas para ver todos los rincones de la ciudad, salimos del anfiteatro para dirigirnos a la salida del recinto y volver de repente a la actualidad. Sin embargo, me queda la extraña sensación de que este viaje de 2.000 años hacia el futuro no suponen un contraste tan grande como cabría esperar. ¿No os parece?»

Ruinas Pompeya

Volviendo a la era presente, a las 19.30, hora en que cierran las ruinas en verano, salimos a buscar un lugar en el que cenar. Al ser domingo por la noche, nos encontramos con la mayoría de los restaurantes no turísticos cerrados, así que acabamos repitiendo en la Bettola del gusto. Se notaba que era domingo porque el local estaba medio vacío, con lo que se estaba muy tranquilo y pudimos degustar unos tagliatelle y unos raviolis con marisco.

Pompeya

Datos de interés:
Ristorante La bettola del gusto. Vía Sacra, 50 Pompeya. Ensalada de atún: 7,50€, tagliatelle con verduras: 7,50€, raviolis de ricota con marisco: 8,50€, cubierto: 1,50€ por persona.
Scavi di Pompei: entrada individual 11€, entrada combinada de 3 días para visitar Pompeya, Ercolano, Boscoreale, Plontis y Stavia: 20€.
Pizzería Zi’Cateriana. Vía Roma, 26. Pompeya. En la medida de lo posible, evitar comer sus porciones de pizza y bocadillos, indigestión garantizada.

13 comentarios

  1. M.C. 20 octubre 2010
  2. Isabel 20 octubre 2010
  3. Bellotita 20 octubre 2010
  4. MO 20 octubre 2010
  5. MO 20 octubre 2010
  6. míriam 20 octubre 2010
  7. RECOMENZAR 24 octubre 2010
  8. Fran 25 octubre 2010
  9. mipatriasonmiszapatos.com 25 octubre 2010
  10. Isabel 25 octubre 2010
  11. Isaac 25 octubre 2010
  12. Jason 26 octubre 2010
  13. Isabel 27 octubre 2010

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