Visita a Miyajima y rumbo a Matsuyama

El desayuno se servía a las 7.30 am (en punto) así que volvimos a madrugar y a las 8 nos dispusimos a visitar la isla. Como era pronto no había mucha gente, la marea estaba baja, pero no lo suficiente como para pasear por debajo de la “Torii”. Lo que me sorprendió al verlo de día es que la estructura de la puerta no son pilares pulidos, sino troncos de árboles con forma irregular y me pareció incluso más bonito.

Santuario Itsukushima

 

Fuimos bordeando la playa pasando por el Pabellón Senjokaku y la pagoda de cinco plantas hasta llegar a la entrada del Santuario Itsukushima (300¥). Este santuario está suspendido por pilares en la playa, así que cuando la marea está alta, se refleja en el agua. Cuando nosotros entramos la marea estaba baja, pero pudimos ver cómo iba subiendo hasta que lo cubrió por completo.

Paseando por el Parque Momijidani

Después fuimos montaña arriba hasta el Parque Momijidani. El parque, que parece más un bosque muy cuidado, es muy bonito y tiene muchos riachuelos, ciervos mansos y puentes rojos. Llegamos hasta el pie del funicular que sube a lo alto de la montaña. Como no teníamos ganas de subir ni de pagar, decidimos volver paseando por otro camino hasta la guest house para pagar y marcharnos. Antes, por eso, paramos en una de las muchas tiendas de souvenirs y compramos momiji manju, que es una pasta de bizcocho con forma de hoja rellena de chocolate, anko, queso o crema… y que es el pastelito tradicional de Miyajima. La verdad que el de crema estaba muy bueno. En algunas tiendas se puede ver cómo los fabrica una máquina.

Dulce tradicional de Miyajima, el momiji manju.

 

Cogimos el ferry y luego el tren hasta Hiroshima, y allí el tranvía dirección al puerto (el tranvía n.5 tarda unos 30 minutos y el n.1 y n.3 tarda 45 minutos). Para cruzar el mar interior e ir a la isla de Shikoku se puede coger un ferry o un superjet que hace el trayecto en una hora escasa. Hay un superjet que une Hiroshima con Matsuyama cada hora y cuesta 6.900¥ solo ida. El barco iba casi vacío y la verdad es que casi no se nota nada, y la vista de la navegación entre las islas es bastante impresionante. Una vez en el puerto de Matsuyama, allí había que coger un bus que te llevaba a la ciudad, a unos 30 minutos. Sale un bus cada vez que llega un ferry, así que es mejor no perder el tiempo e ir hacia el bus directamente (diría que el precio hasta la estación de tren de Matsuyama eran 500¥).

Otra vista del Santuario Itsukushima


En cuanto llegamos a la estación de tren de Matsuyama fuimos a buscar un hotel por allí cerca. En la estación había un servicio de búsqueda de hoteles, en el que nos encontraron un buen hotel por 10.000¥ aunque no muy céntrico. Como no estábamos muy convencidos, decidimos dar una vuelta cerca de la estación y en el primero que entramos tenían una habitación por 9.250¥. Era un hotel de negocios decente, con una habitación y baño pequeños, pero muy limpio todo.

Relajando los pies en una fuente termal del Dogo Onsen.

 

Al fin, un montón de horas más tarde, fuimos en tranvía hasta el Dogo Onsen. Matsuyama es famoso por sus aguas, y este spa es uno de los más antiguos del país. Lo que más me gustó al llegar fue ver a la gente con el yukata y el cesto con los utensilios de baño entrando o saliendo del onsen. Hay cuantro tipos de entrada al Dogo Onsen:

Kami no Yu (400 ¥-06:00 a 23:00): esta entrada es la más básica y solo da entrada al baño de la primera planta.

Kami no Yu (800¥-06:00 a 22:00): esta entrada te da opción a utilizar durante 60 minutos el baño de la primera planta y a relajarte en la sala común de segunda planta. La entrada incluye un té y un sembei (galleta de arroz).

Tama-no-Yu (1.200¥-06:00 a 22:00): esta entrada, parecida a la anterior, te da la opción de utilizar durante 60 minutos el baño de la segunda planta y a relajarte en la sala común situado en la misma planta. La entrada incluye un té y un sembei.

Tama-no-Yu prívate room (1.500¥-06:00 a 22:00): esta entrada es la más completa, durante 80 minutos se puede disfrutar del baño de la segunda planta y después puedes tomar un té y un botchan dango (bolas dulces de arroz) mientras te acabas de relajar en una sala privada. En el precio entra el préstamo del yukata y una minitoalla.

 


Cuando llegamos a la puerta del Dogo nos dijeron que solo les quedaban entradas para el Tama-no-Yu y, como vimos que estaba muy concurrido, decidimos entrar en el momento porque por la noche estaba reservado todo. Al entrar nos dieron un folleto en inglés donde se explicaba el funcionamiento del onsen. Primero hay que dejar los zapatos en un casillero de la entrada y dirigirse a la tercera planta, donde nos acomodaron en nuestra sala privada para cambiarnos y ponernos el yukata. Bajamos hasta el baño de la segunda planta que, la verdad, era muy pequeño.

¿Cómo funciona un onsen?
Básicamente lo primero que hay que hacer es sacarse el yukata y quedarse desnudo en los vestuarios. Luego coges la minitoalla que te dan (los baños en Japón están diferenciados por sexos). Entonces se entra en la zona de agua y allí te sientas en un taburete delante de un grifo y te empiezas a lavar. Allí encontrarás champú, suavizante y gel de baño que puedes utilizar gratuitamente. Una vez bien enjabonado, te tienes que aclarar bien, recogerte el pelo si lo tienes largo (a veces no dejan entrar en los onsens a la mujeres que lleven el pelo teñido) y meterte con cuidado en la bañera para relajarte no más de 10 minutos porque el agua suele estar a una temperatura de 45 grados aproximadamente. Salir y volver a repetir la operación anterior.

Cuando acabas, te secas como puedes con la minitoalla que te dan y te pones el yukata para acabarte de secar. Las lugareñas llevaban sus toallas de ducha y se secaban bien, ya que venían con el yukata andando desde casa. Lo que eché de menos fue un peine, ya que no me había traído y allí no tenían.

Una vez acabado el baño me fui a secarme el pelo como pude a mi habitación privada (que tenía secador de pelo) y allí me sirvieron el té. Pasados los 80 minutos nos hicieron una visita guiada por las instalaciones del onsen. Nos enseñaron la estancia para el emperador con su baño privado que éste había utilizado un par de veces, aunque como ahora todos los hoteles de la zona tienen acceso al agua del manantial, la familia real ya no va allí porque pueden tomar los baños tranquilamente en su hotel.


Después del baño nos fuimos a cenar un ramen a un pintoresco local situado en una calle comercial. Los camareros eran muy divertidos y despedían a los clientes con un canturreo a grito pelado. Y finalizamos la noche visitando un Book-Off, el paraiso de los otakus, ya que es una cadena de venta de libros (y manga) de segunda mano la mayoría por 105 yenes y en perfecto estado.

Aquí el adicto al cómic japonés encuentra su paraíso.

 

La reflexión final de este día es que ir expresamente a Matsuyama no vale la pena, porque aunque el bañarse en aguas milenarias no es una cosa que se puede hacer cada día, el hecho de desplazarse hasta allí no lo merece.

Más información sobre Matsuyama aquí.
Más fotos del viaje
aquí.

8 comentarios

  1. miriam 2 enero 2009
  2. Isabel 2 enero 2009
  3. MARIA ESTIBALIZ SALAVERRI ESPADA 6 mayo 2018
    • Isabel & Xavier 6 mayo 2018
      • MARIA ESTIBALIZ SALAVERRI ESPADA 13 junio 2018
        • Isabel & Xavier 15 junio 2018
  4. ana maria miner 7 abril 2019
    • Isabel & Xavier 7 abril 2019

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