Una tarde en Miyajima

Para ir a Miyajima se puede coger la línea 2 del tranvía en el Gembaku Domu dirección a Miyajima-guchi, aunque lo más rápido es ir hasta la estación de tren de Hiroshima y allí coger el tren hasta Miyajima-guchi. Una vez allí se tiene que coger un ferry que te lleva a la isla y que está incluido con el Japan Rail Pass. También hay un barco que por unos 1.900¥ te lleva desde el Gembaku Domu hasta Miyajima y tarda aproximadamente una hora.

Nosotros cogimos el tranvía dirección a Miyajima-guchi (150¥, se paga al salir), pero como tardaba mucho nos bajamos en una estación que hacia trasbordo con el tren JR (lo siento, pero no recuerdo que estación era).

Cuando llegamos a Miyajima-guchi quedaba una hora para que se hiciera de noche, así que nos fuimos acercando a la isla a medida que iba atardeciendo. Cuando llegamos a Miyajima la marea estaba baja y vimos que la gente estaba paseando por debajo de su famosa “Torii”. En el fondo me dio un poco de rabia porque yo quería ver la típica estampa…

Lo primero que hicimos fue ir a dejar las mochilas en la guest house donde íbamos a pasar la noche, la Guest House Kikugawa. La Guest House Kikugawa estaba a unos 5 minutos andando del puerto, y allí nos esperaba la dueña, que resultó ser una señora mayor a la que me dio la impresión no le caían muy bien los occidentales. Encima para más inri cuando nos estaba enseñando la habitación uno de nosotros piso el tatami con las zapatillas de estar por casa (¡sacrilegio!), protagonizando la típica frase de japonés que uno siempre lee en los primeros cursos (¡no pisar el tatami con los zapatos!).

Habitación del Guest House Kikugawa

Como la cena era a las seis de la tarde y todavía quedaba una hora, nos fuimos a pasear por la costa de Miyajima. El pueblo estaba a rebosar de gente, los ciervos campaban a sus anchas por allí y cuando llegamos a la torii había subido la marea y no pudimos pasar por debajo… Pero ante todo, poder ver el atardecer en Miyajima fue uno de los momentos más bonitos que he vivido nunca, tanta belleza hacia que se te encogiera el alma.

La cena del guest house consistía en muchos pequeños platos sorpresa con comidas muy variadas. Como yo no puedo comer sushi (porque me da un asco increíble) pedí por mail que no me pusieran pescado crudo y muy amablemente me sirvieron un pescado rebozado en almendra fileteada que estaba muy bueno.

Después de cenar, nos fuimos a dar un paseo por Miyajima. Estaba completamente oscuro y no había ni un alma por la isla. Lo realmente bueno de dormir en Miyajima es poder disfrutar en soledad de la isla, por este motivo vale pagar los precios desorbitados que piden por una noche. (Nuestro hotel era de los más baratos y con eso la noche nos costó «solo» 150€).

Más información sobre Miyajima aquí.

Más fotos del viaje aquí.

4 comentarios

  1. miriam 24 diciembre 2008
  2. Isabel 30 diciembre 2008
  3. Mo 21 enero 2012

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