Explorando Shekhawati (Ramgarh, Mahansar y Bissau)

Esa noche apenas pudimos pegar ojo. A pesar de lo cansadas que estábamos del tute del día anterior, Sonia se pasó toda la noche tosiendo. Los cambios tan bruscos de temperatura no le había sentado nada bien y, como es enfermera, nos dio un diagnóstico un tanto alarmante: «si no me recupero, pronto derivará en pulmonía.»

No había otra opción que bajar el ritmo y cuidarse; no queríamos incluir en nuestra lista de experiencias la visita de urgencia a un hospital. Por suerte, lo que teníamos planeado en los siguientes dos días era explorar la región de Shekhawati con Mahendra. Tras un desayuno un poco triste, nos montamos en el coche y pusimos rumbo a visitar las havelis de la zona.

Shekhawati, India
Shekhawati es una región bastante árida situada entre Delhi y Jaipur. Está formada por pequeños pueblos y aldeas y gozó de un periodo de máximo esplendor a mediados del s. XVIII gracias al comercio de la Compañía de las Indias Orientales. Esa prosperidad se plasmó en las havelis que se construyeron en la zona, casas en las que en un principio se comerciaba y cuando el comercio se trasladó a la costa, los comerciantes las siguieron erigiendo en sus ciudades natales para demostrar el poderío alcanzado. Actualmente, Shekhawati es una de las zonas menos exploradas y más autenticas del Rajastán.

El pueblo de Ramgarh, que fue fundado por la familia Poddar en 1791 y que a mediados del s. XIX vivió su época de esplendor. Actualmente, como casi todos los pueblos de la zona, está bastante dejado, pero aún se pueden vislumbrar los rastros de aquella magnificencia en las deterioradas pinturas de la havelis. Mahendra nos llevó al Ram Gopal Poddar Chhatri y a la Poddar Haveli y estuvimos visitando algunas casas más. Lo bueno de ir con Mahendra es que entraba en las casas y pedía permiso para que pudiéramos ver las pinturas. No hay que olvidar que son propiedades privadas en las que vive la gente y estoy segura que, de ir sin él, no hubiera tenido el morro de entrar en ellas.

Shekhawati, India
Volvimos al coche para ir hasta Mahansar, donde hay un fuerte en el que en un principio habíamos pensado alojarnos durante nuestra estancia en Shekhawati, pero al final decidimos quedarnos en casa del cuñado de Mahendra. Aun así, Mahendra nos llevó hasta el fuerte, que actualmente está dividido en varias partes y dos de ellas son hoteles. Entramos en el Mahansar Fort heritage hotel y le pregunté a Mahendra si sería posible entrar y ver las habitaciones, y así se lo pidió a los propietarios. Nos enseñaron todas las habitaciones y todos los baños. Eran muy bonitas, muy espaciosas y los baños estaban recién reformados. Un sitio muy romántico para ir con tu pareja.

Después de visitar las instalaciones del fuerte, los propietarios nos invitaron a tomar el té. Yo estuve a punto de declinar la invitación, pero Mahendra me hizo un gesto para que dijera que sí y así no hacerles un feo, así que aceptamos y, en un momento, montaron en la entrada una mesa con sillas al solete y tomamos el té con la familia de los propietarios. Al salir, conocimos a un chico francés que se alojaba allí y que estaba visitando Rajastán con una moto alquilada. La verdad es que me sorprendió su valentía y le expliqué mi incidente en Bali cuando alquilé una moto. Creo que en mi vida se me ocurriría alquilar una moto con marchas para visitar la India, ni loca.

Shekhawati, India
Al salir, fuimos con el coche hasta el pueblo, donde visitamos la haveli más bonita que vimos en la zona: la Sona-ki Dukan Haveli. De hecho, normalmente está cerrada y fuimos hasta una pequeña tienda que había a unos cincuenta metros a pedir que nos la enseñaran y a pagar la entrada (100 rupias/1,6€). Ekta, una niña de doce años, nos acompañó a abrirnos la haveli y a enseñarnos las pinturas de la entrada, que son excepcionales.

En la Sona-ki Dukan Haveli, estuvimos un buen rato haciendo fotos de las paredes, de nosotras y de Etka, sobre todo de ella, que acabó siendo modelo por un día. Al salir, cerramos la haveli y fuimos andando hasta otra casa. Esta aún mantenía la decoración de principios del s. XX.

Al despedirnos de Ekta, nos pidió si le podíamos enviar las fotos que le habíamos hecho. Esto fue una constante en el viaje. En mi vida me había encontrado con tanta gente que me pidiera que les hiciera fotos, pero también muchos de ellos querían que les enviara una copia de estas por correo.

Shekhawati, India
Tras la visita a Mahansar, volvimos al coche para visitar el último pueblo de ese día, Bissau, en el que estuvimos visitando alguna de las havelis que hay allí. Lo mejor es ir caminando y buscando las pinturas casi ocultas que hay en las paredes de muchas de las casas.

Ya era casi la hora de comer cuando le pedí a Mahendra si sería posible ir a comprar un sari y nos llevó hasta Churu. Allí fue preguntando a varias personas hasta que encontramos una tienda. Entramos y empezaron a sacarnos telas, un montón, de hecho, de modo que me resultaba imposible decidirme por una. Las telas eran muy bonitas, pero no tenían la calidad de las que habíamos visto en Varanasi. Al final, me decidí por una tela de 7 metros de color púrpura con puntos dorados. Además, también compramos las telas para hacer un punjabi. Nos dijo Mahendra que en cuanto a la confección del sari y del punjabi no nos preocupáramos, porque en Jaisalmer ya nos llevaría él a un modisto para hacerlos.

Shekhawati, India
En Churu, Mireia aprovechó para comprar unas cometas para llevar de regalo a casa. Ya llevábamos unos días observando a mucha gente haciendo volar cometas y viendo muchas paradas de venta de cometas y es que precisamente ese día (14 de enero) se celebraba el Makar Sankrati Festival. Esta festividad se celebra en toda la India y marca el día en el que el sol empieza su viaje desde el sur hacia el norte y entra en el signo de Capricornio. Makar Sankrati Festival se suele celebrar con un baño en el Prayag y en el Ganga Sagar y, sobre todo, haciendo volar cometas. Por eso aquellos días había tanta gente con cometas y tenderetes vendiéndolas.

Shekhawati, India
Llegamos a la guest house en Thelasar y comimos un poco. Eran casi las tres de la tarde y le habíamos pedido a Mahendra si sería posible dar una vuelta en camello por la zona para ver el atardecer. De hecho, se lo comenté porque, como Mireia nunca había montado en camello y ella se marchaba en un par de días, pensé que le haría ilusión. Lo que no me esperaba es que en lugar de montar en camello, nos trajeran un camello con un carromato de carga para ir sentadas allí. Nos sentamos en el suelo del carro como pudimos y el propietario se puso en marcha. Tengo que reconocer que los primeros diez minutos estuve casi en silencio, intentándome tragar la vergüenza ajena que estaba sintiendo por lo absurdo de la situación, pero pasados esos diez minutos se me pasaron las tonterías y disfruté del paisaje.

El paisaje de la zona de Shekhawati es muy irreal, es semiárido. La tierra casi desértica y anaranjada está salpicada de matorrales y algún que otro árbol con formas extrañas y matorrales. Además, con la puesta de sol los colores se fueron transformando de una forma muy bonita. Tras una hora en el carro, el propietario de la bestia empezó a conducirnos de camino al pueblo.

Shekhawati, India
Lo que no me esperaba es que no nos llevara directamente a la guest house. No, el señor nos llevó hasta el pueblo y fue parando en las casas de amigos y familiares para enseñarles a todos aquellas tres «goris» que estaban haciendo el «guiri» por el pueblo. La verdad es que nos reímos mucho todos, ellos nos miraban con una curiosidad inusitada y nosotras igual, pero sin poder parar de reír de lo marciano de la situación. Lástima que no supiera nada de hindi para poder entender lo que nos decían, eso fue una auténtica pena.

Después de la visita por el pueblo volvimos a la guest house. Ya había anochecido y estábamos un poco cansadas. Teníamos ganas de ir a la habitación a descansar un poco, pero entonces salió Vijey y nos empezó a decir que nos íbamos a no sé qué de unas pakoras. Yo no entendía nada de lo que me estaba explicando (el inglés indio es un tanto complejo) y mis compañeras estaban esperando una traducción de lo que estaba pasando.

Shekhawati, India
No teníamos ganas de hacer nada más, pero ante su insistencia, al final nos rendimos y nos dejamos llevar, sin saber bien a lo que íbamos. Nos montamos en el coche y a los 500 metros paramos en una casa enorme del pueblo. Mahendra me dijo que era de la cuñada de Vijey. En la entrada de la casa estaba una chica de 18 años y su primo, que nos dieron la bienvenida. Aún a esas alturas no teníamos ni idea de qué estábamos haciendo allí, pero nos acompañaron a una habitación de la casa en la que había dos sofás de dos plazas y unas cinco sillas apoyadas contra la pared.

Shekhawati, India
La chica empezó a hablar con nosotras en inglés y nos trajeron unos tes y unos platos de pakoras caseras para nosotras. Entonces fue cuando entendí el propósito de nuestra visita: nos habían llevado allí para la chica pudiera practicar inglés. Al principio, fue una sensación extraña, pero la verdad es que superado el shock inicial, estuvo muy bien poder hablar tranquilamente con una chica de 18 años y que nos explicara cómo era su vida.

Shekhawati, India

De hecho, hablar, lo que se dice hablar, yo no hablé mucho. Primero porque en cuanto le lanzaba una pregunta, ella empezaba a soltar palabras como una metralleta, a tal velocidad que parecía una locura, imagino que intentado aprovechar esos minutos de conversación con extranjeros, ya que, viviendo donde vivía, no debe ser muy habitual. Y, segundo, porque en cuanto probé la primera pakora no pude parar. Qué rebuenas estaban. Mientras Mireia hablaba y practicaba también inglés con ella, Sonia (que no habla inglés) y yo nos pusimos mano a mano con los tres platos de pakoras que teníamos delante. Es que estaban tan buenas que no podíamos parar de comer, y cuando finalmente nos acabamos los tres platos, nos los volvieron a llenar. Al final, después de comernos cinco platos de pakoras entre las dos, paramos, más por vergüenza de quedar como glotonas, que por otra cosa.

Shekhawati, India

Luego me uní a la conversación entre Mireia y la chica (perdonad pero no me acuerdo de su nombre) para alejarme lo máximo posible de los platos por si los volvían a llenar de pakoras. Estoy segura de que la situación de la sobrina de Vijey no es la normal en una zona rural de la India: es la mayor de dos hermanos y actualmente está estudiando en un internado en Churu. Su madre le ha inculcado que los estudios son lo primero y que no puede tener ninguna distracción. Su máximo objetivo es ir a la universidad y estudiar una carrera. Más concretamente, Derecho. Su familia de clase media estaba haciendo un gran esfuerzo económico para que pudiera tener un gran futuro por delante y así también mejorar la vida de toda la familia.

Hablando sobre el matrimonio, le sorprendió que en España no estuvieran permitidos los matrimonios concertados y también hablamos sobre el machismo en la sociedad española. Me preguntó si mi pareja me imponía qué podía hacer y qué no, y le contesté que él no era así, pero en caso de que lo fuera, yo no se lo permitiría tampoco y que, de hecho, si fuera así no estaría con él. Esa afirmación le gustó mucho y pareció valorar la confianza y el respeto en una misma. Nos explicó que, a pesar de que su familia era más abierta que otras, en cuanto al matrimonio, ella podría elegir a su pareja pero no podría casarse sin el consentimiento de sus padres y, sobre todo, tenía que ser de la misma casta que ella.

Shekhawati, India
Mientras veníamos hacia Shekhawati, Mahendra me tradujo una canción que estaba sonando en la radio. Venía a decir que con amor no se puede elegir a la pareja, ya que el estado de enamoramiento cuando se es joven te hace tener la razón nublada y elegir mal. Y una vez eliges mal, pues te aguantas porque no te vas a divorciar. Por eso, en la India las parejas las suelen elegir los padres porque, según ellos, al ser más mayores eligen más sabiamente la mejor unión.

Llevábamos hablando casi dos horas cuando Mahendra nos hizo una señal para indicarnos que era hora de marcharnos. Sonia se había quedado medio traspuesta en el sofá porque estaba fatal del resfriado y los hombres de la casa ya estaban aburridos de aguantar nuestra cháchara interminable, así que nos levantamos y nos despedimos. Cuando ya estábamos casi llegando al coche, la sobrina de Vijey nos llamó y nos dijo que nos quería presentar a su madre. Regresamos a la casa para darles las gracias por su hospitalidad y la felicitamos por tener una hija tan brillante. La madre iba totalmente tapada y no hablaba inglés, así que su hija hizo la traducción. De hecho, durante las dos horas que estuvimos allí, de todas las mujeres de la casa, solo la abuela se atrevió a sacar la cabeza por allí para chafardear un poco.

Shekhawati, India
Por fin llegamos a casa con ganas de descansar y Vijey nos había organizado otra actuación de música y baile con el mismo grupo del día anterior. Sonia se retiró a sus aposentos y Mireia y yo fuimos un rato a escuchar a los músicos. Cuando llevábamos unos minutos, llegaron a la choza los amigos del pueblo de Vijey para disfrutar de la música también, y al poco tiempo vino a rescatarnos Mahendra diciendo que la cena ya estaba lista. Esa noche cocinó para nosotras y la verdad es que la comida estaba muy buena.

No recuerdo exactamente a qué hora nos fuimos a dormir, pero ya era muy tarde. Había sido un día lleno de experiencias a cual más singular. This is India, babe!

 

Datos de interés:
1. Mahendra Singh, no me cansaré de recomendarlo. Desde mi punto de vista, la mejor manera de visitar el Rajastán es con conductor, ya que te olvidas de las maletas y de los horarios. El precio depende de las personas, el tipo de coche y el itinerario. Aquí os dejo su contacto por si quereis pedirle presupuesto: msshayam93@gmail.com
2. Guest House Thelasar. Media pensión 1000 rupias por persona (15,80€)
3. Entrada haveli Sona-ki Dukan en Mahansar: 100 rupias (1,56€)
4. Tela de sari de 7 metros: 500 rupias (7,80€), tela para hacer punjabi: 500 rupias (7,80€)
5. Paseo en camello en Thelasar: 100 rupias (1,56€) por persona

7 comentarios

  1. Anonymous 24 mayo 2011
  2. míriam 24 mayo 2011
  3. Helena 25 mayo 2011
  4. Anonymous 25 mayo 2011
  5. M.C. 30 mayo 2011
  6. Isabel 30 mayo 2011
  7. José Carlos DS 31 mayo 2011

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