Bundi, su fuerte, el palacio y el cine de Bollywood

Cada día, cuando los primeros rayos de sol iluminaban nuestra ventana, los macacos que viven en lo alto del fuerte bajaban en desbandada hacia el pueblo de Bundi para buscar comida. El problema era que bajaban de forma tan descontrolada, que uno se acabó estampando contra nuestra ventana con gran estruendo mientras yo me tomaba mi ducha matinal, de forma que Sonia, desde la cama, se pensó que me había resbalado y me había matado.

En lo alto de Bundi se encuentra el Palacio, y más arriba aún, el fuerte. No teníamos muchas ganas de visitar esta fortificación, pero ya que estábamos allí, decidimos subir a verlo después de desayunar. La única manera de acceder a él es a pie. Ningún rickshaw se apiadó de nosotras y no nos quiso llevar hasta lo alto. Tal vez la cuesta sea demasiado empinada para que la modesta potencia de los motores de estos vehículos les permita subir. Así que, como buenamente pudimos, ascendimos la endiablada cuesta.

Bundi, India

Cuando finalmente llegamos arriba, nos encontramos la taquilla a las puertas del palacio. Por la entrada tuvimos que pagar 100 rupias y por la cámara otras 50. Solo pagamos por una de las cámaras, pero a la que Sonia desenfundó la suya, vinieron a reclamarnos las cincuenta rupias que no les habíamos pagado.

Bundi, India

El Palacio de Bundi hasta hace poco no se podía visitar. Supongo que cuando la antigua familia real, que es la propietaria, vio que la ciudad empezaba a estar un poco visible en el mapa turístico de Rajastán, pensó que sería una buena idea ceder la gestión a una empresa privada para así recaudar unas cuantas rupias. De hecho, el palacio tiene bastante encanto, aunque aún les queda bastante trabajo de reconstrucción por delante.

Bundi, India

Se accede al palacio por la puerta del elefante y en su interior podemos ver pinturas de Krisna y algunos murales muy bonitos. Sin duda, lo mejor de todo es poder contemplar unas vistas estupendas de la ciudad. A los pies del palacio, se extiende un mar de casas de color azul y ocre.

Bundi, India
Al salir del palacio, decidimos continuar la ascensión en dirección al fuerte. Mientras nos encaminábamos a la salida del palacio, uno de los vigilantes se nos acercó y nos ofreció vendernos una vara de madera por 10 rupias para así poder ahuyentar a los más de mil monos que merodeaban por la zona en caso de que decidieran atacarnos. Si nembargo, le dijimos que no, que no nos preocupaba el tema. Pero entonces contraatacó, explicándonos exactamente la misma historia pero aumentando el número de monos a más de 10.000. Nosotras no nos inmutamos y le contestamos que no se preocupara y que si veíamos algún mono con malas intenciones, se llevaría una pedrada de recuerdo. Luego dimos media vuelta y continuamos nuestro camino mientras el hombre seguía con la misma canción, tal vez aumentando aún más el número de macacos que nos aguardaban.

Bundi, India
Unos metros más arriba, se encuentra el palacio de las mujeres. Es muy bonito y el exterior tiene unos jardines muy cuidados. Lástima que no se pueda visitar por dentro. Allí nos sentamos un rato a descansar, ya que hacía mucho calor. No os lo había mencionado, pero los últimos días, durante el mediodía el calor apretaba y alcanazaba unas temperaturas bastantes altas para ser enero, aunque por la noche seguía haciendo un frío polar.

Bundi, India
Tras recuperarnos un poco, proseguimos nuestra costosa ascensión para visitar el fuerte. Todavía quedaba un buen tramo hasta el fuerte, cuando un vigilante nos avisó de que había que pagar otras 100 rupias por la entrada y otras 50 rupias por la cámara y, viendo el largo tramo de ascensión que nos quedaba y el calor que hacía, decidimos dar media vuelta e ir a buscar una Coca-cola fresquita. Por cierto, durante toda la ascensión y su posterior bajada no encontramos ningún mono.

Bundi, India
Una de las cosas que más me costó soportar en la India fue la falta de higiene. Ya sabéis que desde que volví de México, soy muy cuidadosa con lo que como, con lo que toco antes de comer y con la higiene que rodea a todo lo que entra en contacto con mi comida. Lo que pasa es que en la India todo esto se hace muy complicado. Por ejemplo, tomarse una Coca-cola, que parece ser algo bastante sencillo, se acaba convirtiendo en toda una odisea cuando el vaso que te traen está mugroso, las cañitas llevan un lustro a la intemperie y la boquilla de la botella tiene tanta roña que no consigues limpiarlas ni con cinco toallitas húmedas. ¿Solución? Acabar rellenando la botella de agua vacía con las Coca-colas. ¿Paranoico? Sí, pero no padecimos el famoso Delhi-Belly en todo el viaje.

Bundi, India

Con las fuerzas recuperadas, decidimos bajar hasta el mercado y dar una vuelta por allí. El mercado de Bundi es muy animado y tiene muchas paradas ambulantes de pulseras, bindis, frutas y verduras. También tiene muchas tiendas de telas en las que paramos a comprar varias cosas. En estas tiendas no se regatea, sino que en un cartel ya es indica que los precios son fijos. También entramos en un pequeño colmado a comprar incienso. Sonia es una fanática del incienso y allí encontramos de todos tipos por 10 rupias (0,15€) la caja, cuando aquí valen casi dos euros. Así que acabamos cruzando el mostrador de la pequeña tienda y acabamos gastando casi 200 rupias (3€) cada una en inciensos. Seguramente fuimos las grandes clientas del día.

Bundi, India
Después de la compras compulsivas, fuimos a visitar la oficina de turismo de Bundi, que está cerca de la estación de autobuses. La oficina ocupa un edificio nuevo y la verdad es que la persona que trabaja allí es muy eficiente. Nos explicó todo lo que podíamos visitar en Bundi además del palacio. Nos dio un mapa y nos indicó un pequeño lago situado a unos 15 minutos en rickshaw.

Como tampoco teníamos nada mejor que hacer, paramos un rickshaw y acordamos pagar 80 rupias por ir hasta el lago. El conductor tenía una pinta chulesca que me hizo recordar al Chuck Norris de las pelis de los setenta.

Bundi, India
El lago en sí era bonito, la montaña colindante se reflejaba en el agua y creaba un efecto muy fotogénico. No obstante, todo esto quedaba empañado por la cantidad de porquería que había en el agua. Estuvimos paseando un poco por allí y nuestro conductor, que quería asegurarse la vuelta con nosotras, nos estuvo explicando cosas del lugar en hindi. Finalmente, le dijimos que nos llevara al hotel para descansar un poco antes de ir al cine.

Bundi, India
Sí, sí, fuimos al cine. Es algo que me gusta hacer cuando estoy de vacaciones. Normalmente, tengo la suerte de que las películas son en inglés, como en Yakarta con Come, reza, ama, pero en la India, las películas solo están en hindi. Aun así, no quisimos perder la oportunidad de ir al cine y ver una peli de Bollywood.

Ya llevaba días viendo carteles y videoclips de la película de moda del momento: Yamla, Pagla, Deewana, y precisamente la echaban en el cine de Bundi. El cine está justo al lado de la oficina de turismo y tiene tres tipos de entrada: una entrada en la que te sientas en el suelo por 20 rupias, una para sentarse en butaca que vale 45 y otra para los palcos con «un poco más de intimidad» por 60 rupias. Nosotras nos sentamos en el palco, pero no pasamos en absoluto inadvertidas.

Bundi, India

Mientras esperábamos entrar, había muchos chicos jóvenes en grupitos, y una parejita de novios. Él se quedó de pie manteniendo las distancias, mientras esperábamos entrar en el cine, y ella se sentó a mi lado toda engalanada para la cita. De reojo nos miramos las dos con mucha curiosidad intentando no ser vistas por la otra. Ella iba con su mejor sari, toda llena de pulseras y alguna que otra joya prestada y con tatuajes de henna en los pies.

El argumento de la película no era muy complicado de seguir: chica monísima y de buena familia conoce estafador en Varanasi, se enamoran, cantan una balada en el Taj Mahal y luego viene la familia sij y separa a los tortolitos. La película, como casi todas las de Bollywood, fue bastante larga, aunque a mí quizás lo que se me hizo más pesado fue la gente que se giraba para hacernos fotos con el móvil y con flash en la oscuridad de la sala.

Al salir, un grupo de chicos se nos acercaron realmente extrañados de que hubiéramos ido a ver una película en hindi. En realidad, allí todo el mundo es muy curioso y no tiene reparos en preguntarte cualquier cosa. Normalmente no me molesta, pero a veces se hace un poco pesado. Lo peor fue que cuando les dijimos que volveríamos al hotel en tuk-tuk (más por quitárnoslos de encima que por el hecho de no caminar), ni cortos ni perezosos se subieron con nosotras los seis (!). Así que, durante unos minutos, fuimos como una lata de sardinas hasta dejarlos en su casa. Y pagamos nosotras, claro.

Bundi, India

Datos de interés:
Desayuno Hotel Nawal Sagar: tostadas: 40 rupias (0,60€), tortilla de queso: 60 rupias (0,90€), sándwich de queso: 50 (0,75€).
Entrada palacio de Bundi: 100 rupias (1,50€), cámara: 50 rupias (0,75€).
Tuk-tuk
para ir del centro al lago, esperar y llevarnos al hotel: 200 rupias (3€)

13 comentarios

  1. Helena 5 julio 2011
  2. míriam 5 julio 2011
  3. Callejeando por el Planeta 5 julio 2011
  4. Victor 5 julio 2011
  5. José Carlos DS 5 julio 2011
  6. Paco Piniella 5 julio 2011
  7. M.C. 5 julio 2011
  8. Victor 6 julio 2011
  9. Anonymous 6 julio 2011
  10. Isabel 6 julio 2011
  11. Anonymous 7 julio 2011
  12. Carfot 11 julio 2011
  13. Isabel 11 julio 2011

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