Ruta por los castillos del Loira

En Semana Santa fuimos de nuevo a Francia. Aprovechamos los cinco días festivos para ir en coche hasta Blois y descubrir los castillos más impresionantes del Valle del Loira. ¿Queréis saber qué visitamos?

Cómo ir al Valle del Loira

Decidimos viajar en coche desde Barcelona por razones de comodidad. Es una tirada larga de carretera, 900 km, así que hicimos el viaje de ida en dos etapas. Salimos de Barcelona el miércoles a las 18.30h y paramos a dormir en Coudes a las 00.30h. Al día siguiente nos pusimos en marcha a las 8.30h y llegamos a Blois a las 12 del mediodía. Pagamos 16€ de Barcelona a la Junquera; 11,70€ entre la Junquera y Agde; 7,5€ para pasar el viaducto de Milleau y 20,30€ entre Clermont y Villefranche. Por otro lado, el litro de diésel en la autopista estaba a 1,34€ y fuera de ella a 1,20€ aproximadamente.

En Coudes paramos a dormir en el hotel F1 Clermont Ferrand Issoire. La habitación doble con desayuno nos costó 35€ (27,5€/noche sin desayuno). Los hoteles F1 son básicos, pero son un lugar limpio y seguro para pasar la noche durante un largo trayecto. La habitación no tiene baño ni ducha, solo tiene una pica para las manos. Las duchas y los baños son compartidos pero están muy limpios.

La opción más cómoda es viajar a Paris en avión (preferiblemente al aeropuerto de Orly, que es el más cercano) y allí alquilar un coche. En menos de dos horas te plantas en Blois. ¿Se puede visitar el Valle del Loira sin tener coche? Sí, no es un problema. Los castillos principales están conectados con transporte público, pero si vais con poco tiempo tener coche os dará la posibilidad de visitar más castillos y hacer más actividades.

Dónde alojarse en el Valle del Loira

Nosotros decidimos poner base en Blois, una pequeña ciudad mucho encanto situada estratégicamente cerca de los castillos más importantes del Valle del Loira. Escogimos un apartamento que reservamos en AirB&B (podéis conseguir una invitación con un descuento de 24€). El apartamento, propiedad de Lionel y Carla, está situado en la planta baja de una casa medieval reconstruida.

Tiene habitación doble, baño y comedor con cocina office. Todo ha sido restaurado recientemente y es muy bonito y tranquilo. El apartamento está a cinco minutos andando del centro y del castillo de Blois y cerca hay aparcamiento gratuito. Las cuatro noches nos costaron 250€ y, como la propietaria es chilena, no tendréis problemas con el idioma. Os lo recomendamos 100%.

Qué castillos ver en el Valle del Loira

En la zona del Valle del Loira hay cerca de 70 castillos que se pueden visitar así que es muy importante estudiar antes qué castillos ver si no se quiere sufrir un empacho. Nosotros en cuatro días visitamos cuatro castillos por dentro: el de Blois, el de Chenonceau, el de Chambord y el de Amboise. Desde fuera disfrutamos también del castillo de Chaumont sur Loire y el de Montrésor. Os explicaremos con más detalle cada castillo en el itinerario día a día.

Las entradas a los castillos no son baratas: un promedio de 10€ cada una. Sin embargo, es posible conseguir algún descuento. Por ejemplo, descubrimos que en la oficina de turismo de Tours, que está delante de la estación de tren, venden las entradas a los castillos principales con unos euros de descuento. Por otro lado, en la oficina de turismo de Blois ofrecen packs de entradas a varios castillos que permiten ahorrar varios euros.

Qué ver en Blois (día 1)

El primer día de nuestra escapada lo dedicamos a visitar la ciudad de Blois. Frente a la entrada del castillo está la oficina de turismo y allí os darán un mapa e información sobre los puntos de interés de la ciudad y los alrededores.

El castillo real de Blois

Este es uno de los castillos cuyo interior consideramos que vale la pena ver. Fue residencia de siete reyes y diez reinas de Francia y en el interior de sus estancias podemos hacernos una idea de cómo era la vida de la corte real durante el Renacimiento. Al adentrarnos en el patio del castillo, podemos apreciar los cuatro estilos arquitectónicos que predominan en la construcción: el gótico en el ala del castillo de la Edad Media (s. XIII), el gótico flamígero en el ala de Luis XII (1498-1501), el Renacimiento en el ala de Francisco I (1515-1520) y finalmente el Clasicismo en el ala de Gastón de Orleans (1635-1638).

Las estancias que más nos gustaron fueron los aposentos de Francisco I y los de Catalina de Médicis, en especial la galería y la habitación de la reina. La entrada al castillo real de Blois cuesta 10€ y durante todo el año hay visitas guiadas en francés. Se puede alquilar una audio-guía por 4€, aunque solo están disponibles en inglés, italiano o francés. Para más información, podéis consultar su página web.

La catedral y el barrio antiguo de Blois

Blois es una ciudad preciosas y además del castillo os recomendamos que paséis por el centro histórico de la ciudad. El barrio antiguo tiene bonitas casas de estilo fachwerk y antiguas casas señoriales. Otro de las zonas que os recomendamos es el barrio de los artistas y la iglesia de San Nicolás.

Dónde aparcar gratis en Blois

La zona de centro y cercana al castillo es peatonal o de pago. Aunque las líneas no estén pintadas de azul, os tenéis que fijar que no ponga «PAYANT» en el suelo. A la entrada a la ciudad de Blois por el puente, si giráis a la izquierda y seguís conduciendo, a 800 metros veréis una zona de aparcamiento a mano izquierda junto al río donde se puede aparcar gratuitamente.

Ruta por Chambord-sur-Loire, Amboise y Tours (día 2)

El segundo día tomamos el coche para explorar el valle del Loira desde Blois. La primera parada fue en Chaumond-sur-Loire para ver una panorámica desde la ribera de enfrente. Decidimos no visitar el castillo porque nos interesaba visitar los jardines y estaba lloviendo bastante. Además, el famoso Festival Internacional de los Jardines no se inauguraba este año hasta el 23 de abril.

Así pues, seguimos por la ribera del Loira hasta llegar a Amboise. En lo alto de una colina, con la ciudad y el Loira a sus pies, se alza el castillo real de Amboise. De la construcción original solo queda una ala y las murallas del castillo. En este ala podemos visitar la sala del consejo, la sala del copero (persona de confianza que se encargaba de vigilar las bebidas del monarca) y los apartamentos de los Orleans, unas estancias decoradas al estilo del siglo XIX. En la capilla de San Huberto encontraremos la tumba de Leonardo Da Vinci que pasó sus últimos años de vida como «primer pintor, arquitecto y ingeniero» del rey Francisco I.

La entrada al castillo de Amboise cuesta 10,90€ y la audio-guía, disponible en español, 4€.

Cerca del castillo de Amboise está el castillo de Clós Luce, última residencia de Leonardo da Vinci. Este palacete incluye una exposición sobre la vida y obra del genio italiano, pero como la entrada costaba 14€, pasamos de largo.

De camino a Tours paramos a comer en la pequeña población de Montlouise-sur-Loire en el restaurante Les Terrasses. El menú del día (entrante+plato+postre) nos costó 11,90€ y la comida era casera y buena.

Tours es una buena parada si se quiere hacer una pequeña pausa entre castillos. Aparcamos gratuitamente en los alrededores de la catedral de San Gaciano. La catedral de Tours fue construida entre 1170 y 1547 y, al pasear por sus alrededores, sorprenden los contrafuertes fusionados con algunos edificios colindantes. Una vez dentro, la altura de la nave principal te deja con la boca abierta.

Seguimos nuestra ruta por la rue Bernard hasta llegar a la oficina de turismo de la ciudad. Los sábados a las diez de la mañana ofrecen una visita guiada a la ciudad de dos horas de duración (6€), pero al ir por la tarde, nosotros solo pedimos información sobre qué visitar en la ciudad y, además, comprar las entradas a Chambord (9€) y a Chenonceau (11€) con descuento.

De allí nos dirigimos hacia la ciudad antigua, «Vieux Tours» y su emblemática plaza Plumerau, sin duda el rincón más bello de la ciudad. Sin embargo, la lluvia ese día no nos dio tregua y no era muy agradable pasear. Así que dimos por concluido el día esperando regresar en otra ocasión con mejores condiciones climáticas.

El Valle del Loira en bicicleta (día 3)

«La Loire à vélo» es una red de carriles bici que transcurren por el Valle del Loira y es una manera estupenda de disfrutar del paisaje del valle y sus monumentos de forma pausada. Nosotros decidimos recorrer la ruta 9, que va desde Blois hasta el castillo de Chambord por el interior del valle (40 km ida y vuelta).

En Blois hay tres puntos donde se pueden alquilar las bicicletas: delante de la estación de tren de Blois , en Detours de Loire (15€/día) y en el hotel Anne de Bretagne (16€/día), que está al lado. Nosotros optamos por este último por la flexibilidad de horarios. Al tratarse de un hotel, el horario no era tan estricto. También se pueden alquilar bicicletas eléctricas (30€/día reserva con tres días de antelación mínimo) que, aunque no os ahorrarán tener que pedalear, sí que os serán de gran ayuda en las subidas.

El camino de Blois a Chambord estaba bastante bien señalizado y la mayor parte del tiempo fuimos por pistas interiores. En las señalizaciones os encontraréis el nombre del lugar al que conduce el carril o el número de pista. Algunas pistas tienen varios números compartidos. Por ejemplo, entre Nanteuil y Huisseau se comparte el tramo con la pista 8 y solo sale ese número en las indicaciones de ese tramo. Así que es interesante que os llevéis el mapa de los recorridos de «La Loire à Vélo» que os darán donde alquiléis la bicicleta para que lo consultéis en caso de duda.

Los tres últimos kilómetros se hacen dentro del parque del dominio de Chambord. Al llegar a Chambord dejamos las bicicletas en el aparcamiento situado a la derecha de la entrada del castillo. Este aparcamiento no está vigilado, pero todo el mundo deja las bicicletas allí y al alquilarlas ya nos dieron un candado.

Llegamos a Chambord a las doce y cuarto (tardamos unas dos horas desde Blois) y, como era casi la hora de comer francesa y estábamos bastante cansados, decidimos ir a comer antes de entrar en el castillo. La finca estatal de Chambord es enorme y comer fuera de ella queda descartado. Por suerte, hay diversos restaurantes en los que, sorprendentemente, se puede comer bien a buen precio (para ser el sitio que es). Comimos un menú en el restaurante La Cave du Roy por 16,90€: crema de calabaza y una hamburguesa de carne ecológica muy buena.

El castillo de Chambord fue creado como un símbolo del esplendor de la corona francesa. Un castillo majestuoso, grandilocuente y con unos dominios de bosques y jardines inacabables (5440 hectáreas). A pesar de todo, apenas fue habitado. Los reyes de Francia lo usaron como residencia vacacional donde pasaban unos días cazando, dos semanas a lo sumo. Por eso, el interior de este castillo decepciona un poco. Arquitectónicamente es una preciosidad y vale la pena subir hasta las terrazas del tejado para apreciar de cerca el laborioso trabajo de las torres. La entrada al castillo de Chambord cuesta 11€ (a nosotros nos costó 9€ al comprar la entrada en la oficina de turismo de Tours, y es gratuito para los menores de 26). La audio-guía en español cuesta 5€ y, si vais en coche, el aparcamiento 4€.

Excursión a Chenonceau y Montrésor (día 4)

El último día lo dedicamos a ver el mejor de los cuatro castillos que visitamos. El castillo de Chenonceau está en la población de Chenonceaux, a 45 minutos en coche de Blois, y la estación de tren de Chenonceaux está justo al lado de la entrada del castillo.

Es curioso que se les llame «castillos», porque en realidad son más bien palacetes renacentistas y seguramente desde sus almenas nunca hubo que repeler ningún asedio. En este sentido, el «castillo» de Chenonceau destaca por su refinamiento y por la famosa galería que cruza el río Cher de una orilla a otra. La llegada al edificio es una avenida monumental flanqueada por árboles muy altos. Al final, te recibe un torreón que monta guardia frente a la entrada. A derecha e izquierda, jardines geométricos repletos de flores, y justo detrás, el río Cher.

El edificio en sí es un palacio pequeño, como de fin de semana, con sus habitaciones con camas con dosel, chimeneas enormes y tapices en todas las paredes. Resulta curioso bajar a las cocinas, prácticamente al nivel del río, donde puedes imaginarte a los sirvientes del siglo XV preparando platos suculentos para la aristocracia de los pisos superiores.

Chenonceau es un castillo muy femenino, ya que sus habitantes fueron sobre todo mujeres. Primero Diana de Poitiers, luego Catalina de Medici con sus hijas, Luisa de Lorena y Louise Dupin, todas ellas dejaron su huella. Además, resulta interesante el hecho de que, durante la Segunda Guerra Mundial, Chenonceau quedó justo en la línea divisoria de los dos frentes, cada uno en una orilla del río Cher. Y sus propietarios ayudaron a muchas personas a refugiarse en el territorio aliado a través de la galería sobre el río. En definitiva, la historia de este «castillo» es tan imponente como su belleza y bien merece una visita. Y hablando de visitas, como es uno de los más populares, es recomendable llegar muy pronto o por la tarde para así evitar las riadas de turistas que abarrotan las salas y los pasillos. Nosotros lo dejamos para el final y, a pesar de haber estado ya en otros palacios de la zona, nos gustó mucho.

Por la tarde, nuestra intención era hacer kayak por el río Cher y pasar bajo los arcos del castillo de Chenonceau, pero aunque hacía sol, el día era muy frío y no apetecía hacer una actividad acuática. Durante los meses de verano también se puede navegar a bordo de un barquito que surca el río.

Descartadas las actividades acuáticas, estuvimos dudando si visitar el castillo de Cheverny (10€), que además de ser uno de los castillos mejores decorados de la zona sirvió de inspiración a Hergé como la mansión del capitán Haddock. De hecho, el castillo de Cheverny cuenta con una exposición dedicada a Tintín (4,50€).

Sin embargo, optamos por conducir 30 minutos por la campiña francesa hasta Montrésor, uno de los pueblos más bellos de Francia. La pequeña población de Montrésor se extiende a los pies de un solemne castillo renacentista (entrada: 8€) y mantiene su encanto con casas medievales de piedra o de estilo fachwerk.

Otro de los puntos de interés de Montrésor es la Colegiata, una iglesia construida entre 1519 y 1541, al igual que la rue Xavier Branicki y la casa del siglo XV que aún se mantiene en pie. También es muy bonito el paseo que bordea el río Indrois, con sus campos y panorámica del castillo, el pueblo y el lavadero. Ideal para pasar una tarde de domingo tranquila paseando o haciendo un picnic.

Como veis, cuatro días nos dieron mucho de sí, pero en el Valle del Loira te puedes pasar semanas y no aburrirte, así que esperamos volver pronto.

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