Una mañana en Malinas

Durante nuestro fin de semana de chicas en Bruselas, decidimos pasar el sábado en dos ciudades de Flandes que no había visitado hasta la fecha: Malinas y Lovaina.

El porqué de estas ciudades es sencillo de explicar: ambas están muy bien conectadas con Bruselas y a poca distancia. En unos treinta minutos en tren nos plantamos en Malinas. La estación principal está a unos quince minutos del centro. La Grote Markt fue el punto de inicio de nuestro recorrido que nos llevaría por los puntos más emblemáticos de la ciudad en una mañana. El sábado es día de mercado en la Grote Markt y cuando llegamos a la plaza ya estaban montando las paradas.

Malinas

La ciudad de Malinas es ideal para recorrerla a pie o en bicicleta, ya que el tráfico está restringido en el centro de la ciudad. En la Grote Markt se encuentra la oficina de turismo, donde entramos para buscar información y comprar una pequeña guía (3€) con itinerarios para recorrer la ciudad.

Malinas

Los edificios que más destacan en la plaza son el ayuntamiento y la Torre de San Rumoldo, ambos rodeados de bonitos edificios del siglo XVI y XVIII.

Malinas

Desde el ayuntamiento tomamos la calle Befferstraat hasta el Palacio de Margarita de York y el contiguo Palacio de Margarita de Austria. Este último es el primer edificio renacentista que se construyó en los Países Bajos pero, por desgracia, no pudimos visitar el interior porque justo esa mañana estaba cerrado.

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Seguimos nuestra ruta por Malinas a pie hasta llegar al Museo y centro de documentación sobre el Holocausto y los Derechos Humanos que se alza ante el antiguo cuartel de las S.S. de los nazis. De aquí salieron más de 25.000 judíos y gitanos belgas hacia el campo de concentración de Auschwitz.

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A unos cinco minutos de allí encontramos el Beguinaje, un lugar donde convivían las mujeres para dedicarse a la vida cristiana sin necesidad de entrar en un convento. En cierto modo, eran unas adelantadas a su tiempo ya que vivían independientemente y, además de dedicarse a ayudar a los más desamparados, también podían desarrollar tareas intelectuales. A diferencia de las monjas, las beguinas podían abandonar el beguinaje para casarse.

Malinas

El Beguinaje de Malinas es un compendio de callejuelas estrechas y casitas monas que invitan a perderse para descubrir rincones mágicos. No es de extrañar que el beguinaje de Malinas sea Patrimonio de la Humanidad.

Malinas

Otro patrimonio importante de la ciudad también es uno de sus símbolos, la Torre de San Rumoldo. Así que nos fuimos al interior de la catedral para subir los más de 500 escalones que llevan hasta el skywalk que han construido en lo alto de la torre. Las señoras de la taquilla debieron ver que necesitaríamos energía extra porque antes de entrar nos dieron una galleta con la forma del edificio.

Malinas

La ascensión se hace menos tediosa con las diferentes paradas que pueden hacerse. Primero, una para ver el órgano de la catedral desde arriba y otra para ver el precioso carillón del campanario. La escuela de carillón de Malinas es una de las más famosas del mundo. Curiosamente, nuestra ascensión coincidió con la hora en la que suena el carillón de la catedral y pudimos disfrutar de su música.

Malinas

Cuando llegamos al skywalk la vista fue un poco decepcionante. Esperábamos mejores vistas, pero la mayor parte quedaban tapadas por la estructura de la torre. Aun así, valió la pena solo por poder ver el carillón y el campanario de cerca.

Malinas

Bajar de la torre ya fue más rápido, porque llegaba la hora de comer. Fuimos al beer bar Honoloeloe, situado en la misma Grote Markt. Este local de diseño sirve comidas ligeras como sopas, moutbroot y pistolet, y tiene una gran variedad de cervezas. Para comer pedí un moutbroot con pesto, tomate, mozzarella y parmesano (8,70€) que estaba buenísimo.

Malinas

La visita a Malinas se nos hizo muy corta porque cuatro horas no son suficientes para descubrir al 100% la ciudad, pero fue una introducción genial y así siempre tendremos la excusa para volver. Y nuestra siguiente parada de ese día: ¡Lovaina! No os perdáis el próximo relato.

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