Cómo ir de Asuán al Sinaí sin que te de un ataque en el intento

Como de costumbre, a las seis de la mañana me desperté por mis propios medios. Ya era inevitable, había adquirido el horario de bebé. Hacía mucho calor en la habitación, porque aunque el aire acondicionado estaba encendido, la máquina era incapaz de bajar la temperatura de la habitación a menos de 27 grados. Como no podía dormir y caía un sol de justicia, aproveché para lavar la ropa y tenderla en el balcón de la habitación. En la agenda ese día había muy poca cosa, ir al aeropuerto de Asuán y volar, haciendo escala en El Cairo, hasta Sharm el Sheik.

Movempick Assuan

No nos íbamos a quedar a dormir allí, básicamente porque es demasiado turístico. Solo hay una hilera tras otra de macrocomplejos hoteleros de cadenas internacionales. Lo mismo que en cualquier otro lugar del mundo, sin ningún tipo de encanto ni contacto con la realidad. Bueno, si se es aficionado al buceo Sharm el Sheik es ideal porque está cerca del parque nacional Ras Mohamed, pero ese no era el caso y de hecho la idea primigenia era ir al Sinaí a descansar y relajarnos en algún hotel pequeño de la costa. Y he dicho idea primigenia porque la supuesta semana que íbamos a estar descansando sin hacer nada, al final se acabó reduciendo a solo un día.

Movempick Assuan 

A las nueve bajamos a la superpiscina del hotel para darnos un baño antes de desayunar, pero a esa hora picaba tanto el sol que estuvimos poco tiempo para no achicharrarnos. ¿Qué decir del desayuno de un hotel de 5*? Todo lo que quisieras y más. Como el avión salía a las 13:30h y con las escalas no llegaríamos al hotel hasta las siete de la tarde, hicimos un desayuno-brunch-comida.

Movempick Assuan

A la hora nos fuimos al aeropuerto (que era hiperpequeño). Al facturar las maletas nos dijeron que no nos enviaban las maletas directamente hasta Sharm el Sheik, sino que en El Cairo teníamos que recoger las maletas y volverlas a facturar. De hecho, la tarjeta de embarque era un simple papel con el número del vuelo y el asiento escrito a mano. Allí nos volvimos a encontrar con Manuel y su familia. Ellos iban en nuestro mismo vuelo, pero misteriosamente al final los pusieron en un vuelo que salía una hora más tarde que nosotros. Con ellos estuvimos hablando un buen rato, hasta que en cierto momento me di cuenta de que ya hacía tiempo que deberíamos haber embarcado y resultó que nuestro vuelo se había retrasado. Así que fuimos a preguntar qué pasaba.

-Round 1-
-Perdone, veo que nuestro vuelo se ha retrasado, ¿hay algún problema?
-Sí, el avión está en Abu Simbel, tienen problemas técnicos y estamos esperando a que llegue.
-¿Y cuánto tardará?
-No se sabe.
-Ummm, bueno es que en El Cairo hacemos escala para ir a Sharm el Sheik.
-No problem, too many flights to Sharm el Sheik.
-¿Sí? ¿Seguro?
-Sí, sí, hay muchos vuelos de El Cairo a Sharm el Sheik.
-Sí, ya, ¿pero nos recolocarán?
-Sí, claro, es problema nuestro y por tanto lo solucionaremos.
-¿Cada cuánto sale un vuelo?
-Cada media hora o 45 minutos.
-¿No hay ninguna posibilidad de colocarnos en otro vuelo? (Puesto que la sala de espera está medio vacía y dudo que vayan llenos).
-Pues no, están todos llenos. No se preocupen.

Y nada, que volvimos a la sala de espera con Manuel y su familia. El hombre ya bromeaba diciendo que aquello era como una despedida de pueblo en los años 50 que duraba todo un día. En fin, que ya sé por qué le habían cambiado el vuelo a ellos: seguro que la agencia untó a alguien y colocó a sus clientes en un vuelo que seguro que salía. Yo miraba a mi alrededor, no podía ser que fueran llenos los aviones porque no había tanta gente esperando para embarcar. Y miraba con preocupación el panel de salidas. Habían dos vuelos más antes de las 3 de la tarde y después ya venía el último que salía a las seis hacia El Cairo. Empecé a preocuparme porque me veía pasando la noche en Asuán. Así que al rato volvimos al mostrador de Egyptair.

-Round 2-
-Hola, buenas, ¿se sabe algo de nuestro vuelo?
-Ummm, pos no.
-¿Alguna previsión de cuándo llegará?
-No, no sabemos. El avión está aún en Abu Simbel.
-¿Y no nos puede recolocar en otro vuelo? (suplicando).
-No, están llenos.
-Pero es que tenemos que hacer una conexión en El Cairo (un poco mosca ya).
-No se preocupe que hay muchos vuelos de El Cairo a Sharm el Sheik.
(Se pone a facturar a una americana que acaba de llegar, nosotros no nos movemos del mostrador y cuando acaba de facturar seguimos con la diatriba)
-¿De verdad que no nos puede recolocar? (suplicando de nuevo).
-No se preocupe.
-Ya, bueno, ¿cómo puede estar seguro que los aviones que salen de El Cairo no van llenos? ¿Y si no hay sitio? (mosca)
-Habrá sitio (pero en ningún momento lo comprueba).
-Ya, vale, pero ya vamos con retraso y el taxista me estará esperando en Sharm el Sheik a la hora que llegaba nuestro vuelo a Sharm y ¿quién va a pagar las horas que estará de más allí? (nivel de mosqueo subiendo).
-¿Cómo son sus maletas?
-Dos trolleys de tela grandes, Samsonite, de color verde y negro.
-¿Algún distintivo?
-No, ninguno…

Y gracias a Amón-Ra, en ese momento mandó a alguien a buscar las maletas. El penúltimo vuelo que salía de allí, lo hacía a las 14.30 y el siguiente (y último del día) a las 18h. Eran las 14,10h de la tarde y no encontraban nuestras maletas. (NOTA: hay que poner un pañuelo del color más estridente en la maleta para el próximo viaje). Al final después de mucho buscar las encuentran, nos dan las tarjetas de embarque y nos vamos. Al mirar en el monitor qué puerta de embarque era, vemos que ya había despegado. Con el susto en el cuerpo salimos corriendo y por suerte aun estaban embarcando. Así que finalmente embarcamos con Manuel y su familia hacia El Cairo. Suerte que insistimos, porque había gente que iba en el fatídico vuelo que venía de Abu Simbel y allí se quedaron (y quién sabe si allí siguen).

Movempick Assuan 

Al llegar a El Cairo recogimos las maletas, nos despedimos de Manuel y su familia (por enésima vez), y sin saber muy bien qué teníamos que hacer, subimos a la planta donde se facturaba. Las pantallas decían que el siguiente vuelo a Sharm salía en 20 minutos y el siguiente y último del día, era tres horas más tarde. Así que lo de “too many flights” era una trola para quitársenos de encima. En facturación había mucha cola, así que pregunté a dos comandantes a donde tenía que ir para que me recolocaran y me dijeron:

-¿Ves esa cola de ahí? Pues ves allí y reza para que te encuentren un asiento y si no, podemos pasar la noche charlando en ese banco… (qué cachondo).

Fuimos al mostrador en el que había unas veinte personas quejándose, pero por suerte el agobiado representante de Egypair dijo gritando: ¿Alguien para Sharm? Y nosotros avispados fuimos y les dimos nuestros pasaportes. El hombre echaba humo y finalmente nos dio las tarjetas de embarque mientras se discutía con otros pasajeros que habían perdido sus conexiones varias. Salimos corriendo piernas para que os quiero, ya que la puerta de embarque estaba a punto de cerrarse, y al fin, al fin… conseguimos subir al avión que nos llevaría a Sharm el Sheik.

Al llegar al aeropuerto nos estaba esperando el taxista que llevaba allí desde las 3 de la tarde (le habían dado mal la hora los del hotel) y cuando nos vio salir por la puerta dio gracias a Alá de que finalmente hubiéramos llegado (bueno, al final llegamos a las 17:45h, solo media hora más tarde de lo previsto).

Movempick Assuan

Era de noche y apenas se veía nada por la ventanilla. Muchos controles policiales en medio de la nada. El Sinaí es zona “caliente” y eso se notaba. Nosotros decidimos alojarnos en un pequeño hotel en Tarabeen, un pueblo al norte de Nuweiba. En esa zona no hay nada, pero eso era justo lo que queríamos.

Al llegar al hotel, Sammer Aly, el propietario, salió a darnos la bienvenida. Tenía unos 50 años e iba vestido con ropas surferas/hawaianas. En ese momento estaba enseñando unas fotos acuáticas del arrecife que hay delante del hotel a un grupo de canadienses que se iban al día siguiente. Fuimos a nuestra habitación, la más cercana al mar, cenamos y nos fuimos a dormir cansados por los nervios del día.

Taxi Asuan

A tener en cuenta:
Una de las excursiones más destacadas del Sinaí es subir a ver el amanecer desde el Monte Sinaí, monte donde según dicen Moisés recibió las tablas de los diez mandamientos. Para ello hay que salir a las 12 de la noche del hotel y hacer una excursioncilla de unas tres horas, para llegar a la cima antes de las 6am, que es cuando sale el sol. Al bajar se puede visitar el Monasterio de Santa Catalina, que es el monasterio más antiguo del mundo. Todos los hoteles de la zona ofrecen esta excursión. Nosotros la quisimos hacer ese día, pero la verdad es que yo estaba destrozada después del largo día de viaje. Al final no la hicimos, una pena, pero a esas alturas del viaje y con Petra en el horizonte, realmente necesitaba descansar.

Datos de interés:
Taxi de la corniche al aeropuerto de Asuán: 65 L.E.(8 euros) + propina
Traslado del aeropuerto de Sharm el Sheik al hotel en Nuweiba (2 horas): 450 L.E. (55 euros)+propina
Hotel Nakhil Inn. Habitación doble con desayuno 280 L.E./noche (35 euros)

4 comentarios

  1. Jaume Radigales 4 diciembre 2009
  2. Isabel 4 diciembre 2009
  3. Lidia Sanchez 4 diciembre 2009
  4. Isabel 4 diciembre 2009

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