Tren de Datong a Pingyao y primeras impresiones

Seguimos con el relato del viaje a China que hicimos en agosto de 2012. En esta ocasión, dejamos atrás la ciudad de Datong para viajar a la pintoresca Pingyao, una ciudad patrimonio de la humanidad.

Ese día tocaba madrugar, porque a las 7:45 salía nuestro tren de la estación de Datong hacia Pingyao y, viendo el éxito que habíamos tenido con los taxistas de la ciudad, quisimos ir con tiempo. Sin embargo, ese día la fortuna se puso de nuestra parte y rápidamente paramos un taxi que, sin poner ninguna pega, nos dejó en la estación de tren en cinco minutos.

De todos modos, fue una suerte llegar con mucha antelación, porque la magnitud de esta estación de tren es considerable. Pronto nos sentamos en una de las salas de espera y nos dedicamos a observar el vaivén de pasajeros ajetreados, muchos de ellos con grandes equipajes y fardos.

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El tren de Datong a Pingyao tarda unas seis horas y, aunque también había un tren nocturno, preferimos hacer el trayecto de día para llegar más descansados. Unos veinte minutos antes de salir, nos dejaron acceder al andén. Igual que en la India y Vietnam, el tren era muy largo, así que tardamos unos minutos para llegar hasta nuestro vagón. En la puerta, un revisor comprobó los billetes y el pasaporte, y nos dejó subir.

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La categoría de hardsleeper es de dos literas triples por compartimento y los compartimentos son abiertos. Nos encaramamos a lo alto de la litera y disfrutamos del paisaje humano del día a día de un viaje en tren en China. Descubrimos que la gente se pasaba la mayor parte del tiempo comiendo y charlando animadamente. También nos sorprendió mucho que el vagón incluyera un grifo del que manaba agua hirviendo y que sirve para poder cocer los boles de fideos instantáneos que se venden en todas partes. Delante nuestro, en el pasillo, había una pareja con un niño que tendría apenas un año de edad, muy gracioso. Haciéndole gracias al niño, leyendo de vez en cuando, y mirando pasar los campos por la ventanilla, las seis horas se nos pasaron volando.

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La estación de tren de Pingyao está en la parte moderna de esta población, a unos 20 minutos andando de la ciudad amurallada, donde estaba nuestro hotel. La ciudad antigua es algo laberíntica y al principio cuesta orientarse. Así que, para no tener que volver a arrastrar maletas durante horas como en Datong, pedimos al hotel que nos vinieran a buscar.

En la salida de la estación nos esperaba un conductor de tuk-tuk. En Pingyao los tuk-tuks son diferentes a los de la India. Son una especie de carritos de unas cuatro plazas remolcados por una moto. Acomodamos los maletones como buenamente pudimos y nos pusimos en marcha a toda pastilla, sujetando las maletas con las manos para no perderlas en una curva.

En unos cinco minutos, el tuk-tuk dejó atrás la ciudad moderna y atravesó las murallas de la ciudad imperial de Pingyao. Esta parte es patrimonio de la humanidad desde 1986 y nada más entrar, te trasladas a otra época. Fuimos serpenteando por algunas callejuelas estrechísimas y, finalmente, nos dejó en la puerta del hotel.

Hotel Yide Pingyao

El hotel Yide es uno de esos alojamientos que rezuman historia por todas las paredes. El hotel esta construido en una casa construida en el 1736 y que perteneció a un rico mercader durante el reinado del emperador Qianlong. Las habitaciones están dispuestas alrededor de patios, tiene un ambiente muy tranquilo, está perfectamente renovado y está muy cerca de una de las arterías principales de Pingyao: la calle Nan Dajie.

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Nos refrescamos, comimos algo en el restaurante del hotel y salimos a visitar Pingyao. La ciudad amurallada de Pingyao se puede visitar gratis, pero hay que pagar entrada para visitar el interior de dieciocho lugares de interés o para subir a las murallas. Cuesta 150 yuanes y tiene una validez de tres días. Además, en la taquilla alquilamos una audioguía por 40 yuanes, para así aprender más sobre todo lo que íbamos a ver.

En verano, los lugares de interés cierran a las siete de la tarde, de modo que aún teníamos un par de horas para visitar la ciudad. Si uno quiere imaginarse cómo debía ser la China antigua, no hay mejor lugar que Pingyao, porque esta ciudad amurallada es una de las mejores conservadas de China.

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Pingyao se fundó en el siglo XIV y durante la dinastía Qing fue el centro neurálgico de la economía del país. Había muchos bancos y atrajo negocios de todo tipo que promovieron al esplendor de la ciudad. Con el tiempo, esta riqueza se fue perdiendo y, poco a poco, la ciudad fue cayendo en la decadencia y el letargo.

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La ciudad empezó a recuperarse nuevamente a finales del siglo pasado con el apogeo del turismo. Y ahora, Pingyao se ha convertido en uno de los destinos más populares de China. Eso ha promovido que se hayan rehabilitado gran parte de los edificios históricos de la ciudad y, a pesar de que las arterías principales y los callejones colindantes están plagados de tiendas de suvenires y hoteles, si uno se aleja puede ver una ciudad totalmente distinta, habitada aún por autóctonos.

Si os preguntáis si vale la pena pagar los 150 yuanes de la entrada, la verdad es que sí. Puede que cuando hayáis visitado varios edificios, todos empiecen a pareceros más o menos iguales, pero es que de otra forma no podréis ver las entrañas de esta preciosa ciudad ni haceros una idea de lo que fue antaño.

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Cuando cerraron los sitios de interés, empezamos a deambular por las estrechas callejuelas de la ciudad y nos perdimos. En Pingyao es inevitable perderse, pero forma parte del encanto.

Pingyao-streets

Regresamos al hotel antes de que anocheciera definitivamente y debatimos si debíamos quedarnos una noche más o no. Hablamos con los encargados y nos dijeron que la noche siguiente tenían todas las habitaciones ocupadas. Añadieron que nos costaría encontrar alojamiento porque al día siguiente era sábado y venían muchos grupos organizados a pasar el fin de semana.

Pingyao-non-turistic

En el hotel también nos comentaron que, si no queríamos ir a Xi’an en tren nocturno (ver mapa del itinerario), podíamos ir en autobús que salía al mediodía y tardaba unas seis horas y media. Era una opción mucho mejor que pasar diez horas en un tren nocturno en la peor categoría de todas.

Finalmente decidimos marcharnos, con mucha pena, al día siguiente de Pingyao en el bus hacia Xi’an. Así que pedimos a los del hotel si nos podían comprar el billete de bus y si nos podían escribir en chino una nota diciendo que queríamos cancelar el billete de tren. Con la nota en la mano, nos dirigimos a la estación a cancelar los billetes y a que nos reembolsaran una parte del dinero que habíamos pagado. Es lo malo de viajar a China en agosto, que al ser temporada alta de viajes en China, cuesta encontrar billetes de tren y alojamientos en fechas concretas como los fines de semana.

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Estación de tren de Pingyao

Fue una pena no poder dedicar los dos días enteros a la ciudad. Además, significaba que al día siguiente teníamos que madrugar de nuevo para visitar la ciudad antes de las doce del mediodía, que era hora en la que debíamos partir. Pero todo eso ya os lo explicaré en el próximo relato.

Cena en el hotel

Para más información sobre el viaje a China, no dejéis de visitar la guía del viaje a China de 15 días por las capitales imperiales.

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Datos de interés:
1.
Tren de Datong a Pingyao con categoría hardsleeper: 78 yuanes.
2. Yide Hotel: habitación estándar con desayuno: 520 yuanes; traslado de la estación al hotel: 20 yuanes; platos del restaurante desde 25 yuanes.
3. Entrada a los lugares de interés de Pingyao: 150 yuanes (50% de descuento con el carnet de estudiante); audioguía: 40 yuanes (hay que dejar un depósito de 100 yuanes).

5 comentarios

  1. Míriam 7 agosto 2014
  2. Cristina 2 septiembre 2016
    • Isabel & Xavier 4 septiembre 2016
  3. Gloria 17 junio 2017
    • Isabel & Xavier 17 junio 2017

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